El portavoz socialista va por libre

No explica si Cataluña debe disolver los Mossos d'Esquadra o si son Andalucía y Extremadura las que habrían de crear sus propias policías autonómicas, pero Francesc Romeu aboga por “definir con claridad las competencias de las comunidades autónomas todas por igual”, rechaza una “España de autonomías de dos velocidades” y propugna “una Agencia Tributaria Estatal única” que actúe sobre todo el territorio, aunque la posibilidad de agencias propias figure incluso en el Estatut d'Autonomia valenciano. También propone eliminar el Senado, que no cree válido “en ninguna de sus formas ni concepciones”, suprimir el Síndic de Greuges y concentrar todas las funciones en un Defensor del Pueblo de ámbito estatal elegido por sufragio universal, así como elegir por sufragio universal al fiscal general del Estado (algo que no ocurre ni en Estados Unidos, donde si que se eligen los fiscales de distrito) y al fiscal anticorrupción. El sufragio universal se extendería al presidente del Gobierno, que sería escogido “en unas elecciones específicas separadas de las elecciones legislativas” y tendría limitado a dos el número de mandatos.

Aunque se declara defensor de un Estado federal, las ideas que Romeu recoge en un libro titulado Hasta aquí hemos llegado. Propuestas para cambiar la realidad, que presentó la semana pasada, se mueven en buena medida en sentido inverso a las que recogen los documentos que ha elaborado para el debate federalista el PSPV-PSOE, de cuya ejecutiva es portavoz y vicesecretario. Si en los documentos auspiciados por el secretario general del partido, Ximo Puig, se postula un federalismo que tenga en cuenta el encaje de las naciones, que prevea la eliminación de las diputaciones e instaure la corresponsabilidad fiscal, Romeu no solo apuesta por el café para todos, respetando, eso sí “las señas de identidad, los sentimientos de cada pueblo, —como el mío, dice—, su riqueza, su historia y su contribución a la España plural”, sino que se declara partidario de “reinventar” las diputaciones como órganos de gestión de servicios mancomunados sometidos “legal y políticamente al poder autonómico y no al poder del Estado central”.

Romeu secunda resoluciones del PSPV-PSOE en su último congreso al declararse republicano y plantea que, mientras la jefatura del Estado la ostente el Rey, se apruebe un estatuto de la Casa Real que defina sus funciones. El libro, que parte de la convicción de que asistimos a “un cambio de época”, postula mecanismos de democracia directa, aboga por la laicidad, la modernización del Estado del bienestar y por revisar el modelo económico. “Sin miedo al miedo”, proclama, parafraseando a Franklin D. Roosevelt.