Una revolución contra la muerte del periodismo
Mónica Garcia Prieto, ganadora del IX premio José Couso, llama a la regeneración honesta de una profesión tan necesaria como amenazada

“O hacemos una revolución o el periodismo muere”. Acaba de ganar el IX premio José Couso a la Libertad de Prensa por su trabajo como 'freelance' en Oriente Medio para dos medios digitales fundados y dirigidos por periodistas -Periodismo Humano y Cuarto Poder- que no responden a los mismos intereses que los tradicionales. Con 40 años y bregada en muchas guerras, Mónica García Prieto (Badajoz, 1974), está convencida de que sólo una “regeneración” de la profesión desde la base que se sacuda las presiones y busque huecos en la red podrá salvar un oficio que, tal y como se conocía, camina hacia la extinción. “Comunicar no es informar. Los periodistas no somos blogueros. Tenemos una función social”, reivindicó.
Así de categórica se pronunció García Prieto sobre el futuro de una profesión que en muy pocos años ha pasado de liderar los rankings de las más ansiadas -e idealizadas- por los estudiantes a cerrar la cola de las encuestas laborales en precariedad y descrédito. “Los gerentes de los medios tradicionales la están destrozando”, acusó Mónica. Ruedas de prensa que, paradójicamente, no admiten preguntas. Políticos -presidentes del Gobierno, por ejemplo-, compareciendo ante sus propios asesores mientras los profesionales lo escuchan a través de un monitor en una sala contigua. “Esto es inaceptable”, sentenció.
No es precisamente una recién llegada. Con 19 años, pasó sus primeras vacaciones cubriendo una revuelta zapatista en Chiapas (México). Ha vivido y contado las guerras de Chechenia, Irak o Afganistán para 'El Mundo'. En 2005, abandonó la seguridad de un contrato y se aventuró como 'freelance' en Oriente Medio haciendo de Beirut (Líbano) su palanca para saltar a Egipto, Jordania o Túnez. Hace dos años, fue la primera periodista en cruzar la frontera de Siria para narrar desde dentro una cruenta guerra civil que compara con la de los Balcanes en los 90. “Las matanzas sobre la población civil son de una magnitud espeluznante”, relató. Con todo, cuenta que un grupo de sirios musulmanes la honró con una pequeña Nochebuena improvisada con fruta para agradecerle su trabajo poniendo en jaque su vida en una guerra ajena.
Opina que la escasa cobertura de la guerra siria en Occidente refleja “la crisis de valores” de los medios. “Está lejos, es caro y deciden que no interesa”, resumió. Confiesa que ella ha optado por enviarse a sí misma, siempre al bando de los más débiles y que ningún país, “ni Europa”, está libre de una guerra así por lejana que se antoje la idea. “Mientras demos voz al poder en lugar de las personas estaremos negando nuestro trabajo”, consideró. Cuenta que al abandonar el corsé de un contrato que la limitaba a los caracteres que cogían en una página de papel perdió seguridad económica pero ganó libertad.
“Este premio es la prueba de que no me equivoqué”, agradeció García Prieto, que dijo sentirse muy honrada por este reconocimiento al tipo de periodismo que encarna, directo, independiente y de denuncia social, y que le han otorgado sus colegas en Galicia. Detrás de este galardón, que se creó en 2004 para recordar a José Couso, el cámara ferrolano asesinado en Irak, está cada año el Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia (CPXG) y el Club de Prensa de Ferrol, con el respaldo de la Obra Social de 'La Caixa'.
Una ofrenda floral en recuerdo de los periodistas caídos y un concierto por la libertad a cargo de 'Música Doméstica' pondrán el broche a la novena edición de un premio que no tienen dotación económica y que consiste en una réplica de la escultura 'Ás Ceibes' que Mónica García recibirá esta tarde (20:30) en el teatro Jofre. Es la segunda mujer que logra esta distinción tras Rosa María Calaf, veterana corresponsal de TVE. Ali Lmrabet, Ignacio Ramonet, José Vidal-Beneyto o Jon Lee Anderson ya gozan de este premio que también obtuvieron Daniel Anido y Rodolfo Irado, de la Cadesa Ser, Wikileaks o el Consejo de Informativos de RTVE. “Estuve con José [Couso] en Bagdad y como él creo en la necesidad de contar las historias para minimizar sus efectos y evitar que se repitan”, finalizó.
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