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“Era un encanto de cría que se llevaba bien con todo el mundo”

Los Mossos mantienen abiertas todas las hipótesis en la muerte de Ana Castro, de 15 años

Rebeca Carranco
Ana Castro, en la foto facilitada por su familia tras su desaparición.
Ana Castro, en la foto facilitada por su familia tras su desaparición.

Hacía 10 días que la familia de Ana Castro, de 15 años, no sabía nada de ella. La menor había salido a una fiesta de cumpleaños a casa de una amiga un sábado por la noche. Su madre, Gloria, le dio permiso para quedarse hasta las once de la noche. Cuando vio que eran las once y media y no sabía nada de ella, la llamó al móvil, asegura su hermano Jesús. Ana dijo que estaba de camino a casa. Un amigo la acompañó hasta la estación de metro de Virrei Amat, y en ese punto se pierde el rastro de la menor.

Su cadáver apareció el lunes pasado, atascado entre las rocas del espigón de la playa de la Mar Bella, en Barcelona. El deterioro del cuerpo era tal, que a simple vista la policía no pudo determinar ni siquiera si se trataba de un hombre o de una mujer. Pero las primeras prácticas forenses alumbraron una pésima noticia: el cadáver pertenecía a la menor desaparecida en Barcelona desde el pasado 27 de abril.

Los Mossos no descartan hasta el momento ninguna hipótesis sobre la muerte. El cuerpo presentaba un fuerte golpe en la cabeza, pero la autopsia deberá determinar si se trata de una herida debida al impacto con las rocas del espigón o a un golpe. A última hora de ayer aún faltaban las pruebas forenses definitivas que determinarán si fue una muerte violenta o un suicidio.

Un grupo de amigos de Jesús, de 21 años, hacía guardia ayer delante de la casa de la familia, en el número 56 de la calle de Arnau d’Oms. También amigos de Jesús y allegados de la familia contestaban a los teléfonos que hasta ahora servían como contacto para todos aquellos que pudiesen aportar información sobre el paradero de Ana. Los Mossos les dieron la desgarradora noticia el martes por la tarde. “Era un encanto de cría, que se llevaba bien con todo el mundo”, explicó ayer Mati, una vecina del bloque de viviendas, donde vivían Gloria y sus dos hijos, los tres de origen ecuatoriano.

Ana y su hermano llegaron a España hace cuatro años. Su madre lleva ya una década en el país. De Ana, su hermano explicó que era un joven creyente, que solía acudir a la iglesia protestante Cosecha Mundial. En las redes sociales, abundaban fotografías de la menor con sus amigas. Hacía unas semanas que había roto con su exnovio, pero, según su hermano, la relación era buena. La noche que desapareció, la última persona que la vio fue un amigo que la acompañó hasta la parada de metro, que está a 200 metros de la casa de Ana. Él se marchó en el suburbano, según contó el hermano de la menor; ella, desapareció.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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