Programa de nocturnos de la Filharmonía con estreno de Paulino Pereiro
La voz de Prunell-Friend cautiva en un concierto dirigido por Paul Daniel
El programa de la Real Filharmonía de Galicia (RFG), dirigida por Paul Daniel en el Auditorio de Galicia de Santiago, estuvo estructurado por la idea del nocturno. Los dos de la Sinfonía nº 7 de Mahler enmarcaron el Nocturno para tenor y orquesta de cámara, op. 60 de Britten, punto culminante del concierto. Distribución física de intérpretes, proyección de los poemas y pequeños cambios de iluminación resaltaron el carácter entre mágico y onírico de la obra.
Agustín Prunell-Friend convenció y cautivó: más allá de la idoneidad de su tesitura o de su excelente técnica vocal, su magistral interpretación tomó alas de poética musicalidad para regalar al público gallego la magia de un sentimiento, potenciada por los solos de J.C. Otero, fagot; B. Le Friec, arpa; A. Varela, trompa; la dureza del timbal de J.V. Faus; el largo misterio del corno inglés de E. Viúdez sobre unos pizzicatti como los latidos de un firme corazón de cuerdas y el vuelo al viento del dúo de flauta y clarinete de L. Blaiteau y B. López. El dramatismo final del violín de J. Dahlgren y el chelo de P. Velev junto al tutti enmarcaron una versión memorable.
La obra de Britten se rodeó de los movimientos segundo y cuarto de la Sinfonía nº 7 de Mahler. La trompa de J. Ortega cantó con limpio poderío el motivo inicial de Nachtmusik I, en el que la extraña presencia de un aire de marcha es sutilmente señalada por esa sucesión de modos mayor y menor en su tercera y sexta notas. Su eco en la de A. Varela y la respuesta insinuante del clarinete de V. López y el oboe de C. Dominik crearon el clima idóneo antes del estallido del tutti, tan mahleriano como sus irónicos cambios de humor y ambiente.
Por la mayor dulzura de su melodía y carácter más íntimo, Nachtmusik II, es más cercano a la idea generalizada de nocturno. Todo fue adecuadamente expresado en la versión de la RFG y Daniel, incluso sus momentos de ronda nocturna, subrayados en la partitura original por la mandolina y la guitarra. Estas fueron sustituidas por el arpa en la adaptación a la plantilla de la RFG llevada a cabo por Joam Trillo, quien fue llamado al escenario por Daniel al final del concierto.
Este comenzó con Sagarmatha, op. 185 de Paulino Pereiro (A Coruña, 1957), obra encargo de la Fundación Autor. Es el quinto estreno de una obra de Pereiro por la RFG después de los de Pequena suite para orquestra de corda, Vestimos as luvas a nosa alma, op 55; O inferno de Dante, op. 61 y Orfeo e Dionisos, op. 67, a los que se unen los llevados a cabo por la Orquesta Sinfónica de Galicia: Resplandores do silencio son as sombras, Sinfonía nº 1 y Ceo, op. 54, este en enero de 2007. Una prueba evidente, junto a los estrenos de otros autores gallegos, de la atención que nuestras dos grandes orquestas prestan a la creación autóctona.
Sagarmatha (en español, la cima del mundo) es el nombre del monte Everest en nepalí. Es una obra en tres movimientos cuya sólida construcción refleja el mucho oficio de Pereiro, con un buen aprovechamiento de la plantilla orquestal requerida y sus sonoridades. Destacan la coherencia de su movimiento central, Fuga, por el buen aprovechamiento de su tema, que hace circular por todas las secciones de instrumentos, y de su ritmo persistente.
También es el ritmo la característica esencial del Finale, en este caso un ritmo quebrado con el canto en stacatto de los metales sobre las cuerdas en pizzicato, tras el ambiente inicial de una cierta oscuridad que no deja de recordar la que se logra en el cine mediante la técnica de La noche americana, en la que el color de unos filtros azules no llega a ocultar las sombras producidas por el sol de mediodía.
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