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El buen momento de Iván Fandiño

Ni Bautista ni Teleja se justifican ante una manejable corrida de Fuente Ymbro

Iván Fandiño hizo lo más destacado del séptimo festejo fallero.
Iván Fandiño hizo lo más destacado del séptimo festejo fallero.TANIA CASTRO

La corrida de Fuente Ymbro dejó sobre el ambiente una impresión: se marchó sin ser aprovechada del todo. Tuvo presencia y llenó plaza. Nada exagerada y muy armónica de hechuras. Además de pareja, a pesar de la diferencia de kilos que hubo entre los dos primeros toros y el resto. No fue corrida de notable nota, de aprobado alto, si acaso, pero hubo toros que merecieron mejor trato: léase los lotes de Bautista y Tejela. En conjunto le faltó el picante clásico de la casa, que en esta ocasión no apareció, pero tuvieron nobleza y el suficiente gas como para aguantar con dignidad la lidia. Fueron cumplidores en el primer tercio, con la gota de mansedumbre que dejó el tercero, que salió suelto del encuentro y no quiso saber mucho del caballo. Lote, en fin, más que aprovechable del que solo Fandiño supo o quiso sacar partido.

Para Fandiño, precisamente, fueron los dos toros mansos de la corrida, aunque de condición diferente. El tercero lo fue en el primer tercio, pero en la muleta despertó para plantarle cara a Fandiño en el comienzo de faena. El encuentro del toro y el torero en los iniciales pases de castigo fue vibrante. Encastado el toro y con el torero muy dispuesto y seguro, la faena prometía ruido y nueces. Dejó Fandiño respirar al toro, le dio distancia, y ya fuera del tercio se lo pasó en redondo. Por la derecha fue más de acompañar que de obligar. Por el lado izquierdo hubo más toreo y los naturales tuvieron alma de mando en plaza. Muy seguro de la situación e inteligente, Fandiño midió los tiempos y echó mano de unas manoletinas para rubricar una faena que no tuvo pases de más ni de menos. Se vio a un torero con la cabeza despierta y seguro de sí mismo. De atravesar un gran momento.

Fuente Ymbro / Bautista, Tejela, Fandiño

Toros de Fuente Ymbro. Muy bien presentados y ofensivos. Justos de fuerzas, resultaron muy manejables para la lidia menos el sexto, que fue muy manso.

Juan Bautista: pinchazo y entera (saludos); dos pinchazos, media caída –aviso- y descabello (silencio)

Matías Tejela: media (silencio); casi entera perdiendo la muleta (silencio).

Iván Fandiño: estocada y descabello (oreja); pinchazo y entera trasera –aviso- (ovación).

Plaza de Valencia, 15 de marzo. 7ª de Fallas. Menos de media.

Al sexto, después de los lances de recibo y antes de que entrara en acción el picador de turno, lo toreó sorprendentemente de frente por detrás. Hubo mucho color y calor en la escena, y el futuro pintaba esperanzador. Pero el de Fuente Ymbro no quiso sumarse a la posible fiesta. No tuvo ninguna entrega en el caballo, aunque la primera vara la recibió escandalosamente trasera. Ya de entrada miró de reojo a la muleta, con recelo, y distraído. Cantó la gallina. Fandiño levantó el telón con pases por alto y un más premeditado que improvisado por la espalda. Acto seguido dejó al toro respirar, le dio distancia, y ya fuera del tercio se dispuso. Pero el globo se pinchó antes de lo previsto. Un desarme en la primera serie tuvo efectos secundarios en el toro, que le negó la mano al torero. El toro campó entonces hacia las tablas, buscó un refugio donde no molestar ni ser molestado. Fandiño le buscó las vueltas, quiso tenderle una trampa y torearlo donde más cómodo podía estar el toro. Pero la faena ya tenía su sentencia dictada. Fandiño le ofreció los muslos al toro, porfió de cerca, muy encerrado en las tablas, mas la historia había terminado un rato antes.

Ni Juan Bautista ni Matías Tejela justificaron su presencia en estas Fallas. Lo más lucido de Bautista fue el recibo al toro primero: una combinación de lances, chicuelinas y el remate de una media, todo en el mismo racimo y por el mismo precio. Justo de fuerzas el toro, pero muy noble y también incansable, soportó una faena políticamente correcta. Solo y nada más que eso. Una mini serie con la mano izquierda en el tramo, a pies juntos, fue lo más logrado. El cuarto no tuvo problemas visibles, ni posiblemente escondidos. Bautista le dio a ese toro muchos pases sin color ni sabor. Un vientecillo molesto, que no un vendaval, pareció desquiciarle. A partir de ahí, apareció un torero mecánico, sin aclararse en lo que hacía o dejaba de hacer. Y cortó por lo sano. Es decir, abrevió.

Menos justificación tuvo Tejela. El segundo, tocadito del pitón derecho, flojeó más de la cuenta. Fue remiso para acudir a la cita con los banderilleros y a la muleta le costó embestir cada vez más. Por allí anduvo Tejela, anodino y sin ideas. Tampoco sin mucha ilusión.

El quinto debió mirarle de mala manera para tirar el capote y salir en busca de la trinchera sin disimulo. La lidia de salida de ese astado fue cosa exclusiva del peón Carlos Ávila, con Tejela de mero espectador. Sin clase, pero con viaje de ida y vuelta, el toro no fue para Tejela digno de su confianza y nunca se le vio a gusto. Sorteó una colada y con el toro, aburrido, acabó yendo al paso contagiado de la abulia de su matador.

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