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Falso gángster, vulgar piloto

Benzema, considerado por sus compañeros del Madrid como uno de los más talentosos, cultiva una imagen de delincuente juvenil que contrasta con su ingenuidad

Diego Torres
Benzema.
Benzema.SCIAMMARELLA

Si la selección de Francia que conquistó el Mundial de 1998 representó la exaltación del imperialismo republicano, socialmente revolucionario, de vocación integradora, los equipos que la sucedieron acabaron por avergonzar a buena parte de la sociedad francesa. El protagonismo de los héroes de antaño, líderes con sentido patriótico, políticamente impecables, dio paso a jugadores indisciplinados, diletantes y fanfarrones con una propensión alarmante a meterse en líos. En 2010 se destapó un escándalo sexual, y unos meses más tarde, durante el Mundial de Sudáfrica, se declaró un motín contra el seleccionador Raymond Domenech que acabó en una larga purga. Que Karim Benzema pertenezca a esa tumultuosa hornada es una fatalidad que a la luz pública le suele involucrar en hechos en los que no siempre tiene algo que ver. Quienes le conocen mejor aseguran que el jugador del Madrid es un buen chico que acaba de cumplir 25 años. Si acaso, comparte con sus colegas coetáneos el aire diletante, cierto desinterés por las cuestiones institucionales, y una vibrante capacidad para meter la pata.

El 3 de febrero un rádar camuflado de la Guardia Civil capturó una imagen en la que se constataba que un coche conducido por Benzema circulaba por la M-40 a 216 kilómetros por hora. El presunto hecho supone mucho más que la vulneración del Código de Circulación. De ser responsable, Benzema podría enfrentarse a penas de entre tres y seis meses de prisión por un delito contra la seguridad vial. El incidente constituye el cuarto percance conocido del jugador de fútbol en las carreteras tras estrellar dos coches en 2009 y participar en una carrera ilegal en el puerto de Ibiza. El juicio contra Benzema está fijado para el 26 de marzo. No será la primera vez que responda ante un juez: en 2010 le investigaron junto con otros compañeros de selección por mantener relaciones con una prostituta menor de edad vinculada a una red de proxenetismo. La chica exoneró a los futbolistas declarando que los engañó.

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La trabajada imagen de gángster del rap no ayuda a mejorar la impresión que muchos ciudadanos tienen de Benzema. El futbolista, como tantos adolescentes criados en los suburbios de la clase media y baja de Lyón durante los noventa, juega a sentirse un pandillero. La fama le ha permitido conducir su fantasía hasta niveles inaccesibles para un aficionado, grabar discos con el rapero Rohff, rodar vídeos en los que aparece con el pecho descubierto interpretando a un chulo, y participar en fiestas en la isla Reunión donde lo fotografiaron las revistas de chismorreo bebiendo champán. La canción que compuso, Fais-Moi La Passe, es una instantánea de la vida nocturna que añora: “Hermanito, la última vez te vi con dos tías cañón, ven y devuélveme la bola que me temo en temas profundos…”.

Al margen de la ilusión infantil del rap, Benzema es un muchacho sencillo y crédulo a quien los rigores del fútbol profesional apenas le han permitido divertirse como el resto de los jóvenes. Bajo su caparazón de tipo duro anida un chaval generoso con una multitud de amigos de pinta estrafalaria, criador de perros falderos, adicto a la PlayStation, enamoradizo y cariñoso.

Nació en Lyón el 19 de diciembre de 1987, el sexto de nueve hermanos: Sabri, Gressy, Nafsa, Sofia, Celia, Laeticia, Farid y Lydia. Creció en el barrio de Bron-Terraillon, una de las 57 comunas del gran Lyón. Una aglomeración de 39.000 habitantes con un tercio de menores de 25 años y unas tasas de paro superiores a la media. Allí se instaló Lakehal Benzema, su abuelo, en 1958, tras abandonar Tighzert, su pueblo en la Kabilia. Hafid, el padre de Karim, prosperó como funcionario en el ayuntamiento de Villeurbanne. La madre, Malika, desciende de una familia argelina de Orán.

Florentino Pérez, el presidente del Madrid, lo fichó por 35 millones de euros al Olympique de Lyón en el verano de 2009, cuando se consolidaba como el mayor talento del fútbol francés. Desde entonces ganó una Liga, en la temporada 2011-2012, en la que sus 21 goles tuvieron un peso decisivo. Su rendimiento deportivo ha sido notable, teniendo en cuenta los condicionantes del desarraigo familiar, la adaptación a otra cultura, y el posterior encuentro con José Mourinho, un mánager que siempre le desdeñó. Benzema es, junto con Özil y Cristiano, el futbolista con más clase de la plantilla madridista. Sus compañeros le consideran un tipo honesto, soñador y buen compañero. Pero a Mourinho le exaspera su carácter linfático. Su falta de fanatismo por el oficio que le reporta un salario de cinco millones de euros netos al año. Prueba de ello es la constelación de apodos más o menos desdeñosos que le ha dedicado el jefe: Gato o Conejo son dos de ellos.

No es extraño que los futbolistas de Primera División se valgan de su fortuna y su influencia social para comprar puntos y carnés de conducir. Esta semana algunos comentaron la investigación a Benzema con curiosidad pero sin asombrarse: en la cofradía es habitual superar con mucho los 200 kilómetros por hora. En su entorno, Benzema, a 216, se puede clasificar como piloto moderado.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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