Como puños con puñetas
Jordi Savall abre el 35º Festival de Música en el Liceo con una actuación con un punto mecánico
Convertido en una etiqueta, en un paraguas que cobija a todo lo más o menos “antiguo” que en asuntos musicales se cuece en la ciudad, el Festival de Música Antiga de Barcelona vuelve a andar o, al menos, lo intenta. Así, por alambicada arte política, el concierto de Jordi Savall y su Concert des Nations, que el Liceo tenía previsto en su programación desde hace ya tiempo y que no tenía nada que ver con ningún festival, se convirtió, de la noche a la mañana, en el concierto inaugural del 35º Festival de Música Antiga.
Le Concert des Nations
Hanna Bayodi-Hirt, soprano, Damien Guillon, contratenor. Marc Mauillon, barítono. Obras de Jean-Baptiste Lully, Marin Marais y Jean-Philippe Rameau. Jordi Savall, dirección.
Gran Teatro del Liceo
Barcelona, 15 de febrero de 2013
Savall centró en esta ocasión su atención en la tragédie lyrique francesa en tiempos de Luís XIV y Luís XV y organizó la sesión en torno a tres recopilaciones de partes instrumentales y vocales de tres obras, Alceste (1674), de Jean Baptiste Lully, Alcione (1706), de Marin Marais, y Les Borèades (1764), de Jean-Philippe Rameau, proporcionando, de este modo, la perspectiva de casi un siglo de este sofisticado género musical en donde bajo una superficie de corte áulico y ceremonial, el racionalismo barroco francés, alejado de cualquier exceso sentimental, vierte con elegante frialdad, a veces con cinismo y casi siempre con prodigiosa clarividencia, exactitud y contundencia, acerados juicios y reflexiones sobre la naturaleza humana, sus pasiones y sus debilidades. En la tragédie lyrique, aunque vengan adornadas con vistosas puñetas, se dicen verdades como puños.
Savall, muy bien secundado por Le Concert des Nations que, liderado desde el puesto de concertino por Manfred Kraemer, ofreció un rendimiento sonoro de calidad, se proveyó para las partes vocales de tres cantantes jóvenes, todas debutantes en el Liceo, que asumieron partes solistas y corales.
Así, la soprano Hanna Bayodi-Hirt, con una voz redonda, hermosa y equilibrada, ofreció un rendimiento óptimo; por su parte, el contratenor Damien Guillon también se esmeró aunque su voz quedó pequeña en una sala tan grande. El barítono Marc Mauilllon posee una bonita voz y el gusto y el fraseo es exquisito, pero la escasa potencia y proyección hicieron que en los concertantes acabara resultando casi inaudible.
Savall tiene, sin duda, las medidas muy tomadas a estas músicas. Quizá demasiado. Sí, todo estaba en su sitio, pero la variaciones de tempi y los contrastes dinámicos, por ejemplo, se sucedían de un modo un poco mecánico y previsible, el fraseo repetía siempre los mismos énfasis y todo el fluir musical entraba muy a menudo en una estabilidad anticiclónica que acababa produciendo sobre el espíritu un efecto más bien narcótico.
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