Los musulmanes que rezaron en la Mezquita niegan agresiones
La fiscalía pide 15 años de cárcel para ocho turistas por presuntas lesiones a los vigilantes
El 31 de marzo de 2010 un grupo de turistas austríacos que viajaban a Córdoba a través de una asociación musulmana de su país, estuvieron implicados en un altercado en la Mezquita de Córdoba cuando algunos de ellos comenzaron a rezar por el rito islámico. Este hecho está prohibido por el Cabildo, ya que el templo es desde 1236 catedral católica. A consecuencia del suceso, se produjo un tumulto dentro del monumento que requirió la intervención de la policía. Un agente de seguridad del templo afirmó haber sido golpeado y agredido con un cuchillo. El juicio a los ocho turistas musulmanes acusados de desórdenes públicos, lesiones y atentado contra la autoridad comenzó ayer en el Juzgado de lo Penal 5 de Córdoba.
El fiscal ha pedido penas que suman 15 años y nueve meses de prisión. El ministerio público solicita un año y tres meses de prisión para el acusado que comenzó la oración por un delito de desórdenes públicos, mientras que para los otros siete acusados pide un año de cárcel respectivamente por el mismo delito. El fiscal solicita otro año de prisión para cada uno de los seis austriacos acusados de un delito de lesiones, mientras que para un séptimo solicita un año y seis meses por un delito de atentado a agentes de la autoridad.
En la vista se confirmó que hacia las 17.45 del 31 de marzo de 2010, Miércoles Santo, los turistas austriacos implicados accedieron al monumento por distintas puertas de la Mezquita- Catedral. El templo estaba a punto de cerrar, pues se preparaba para recibir a algunas de las cofradías que hacían allí estación de penitencia. A los pocos minutos, Zaid El-Aifari se arrodilló para rezar. El acusado, al que el fiscal señala como líder del grupo, dijo ayer que su decisión fue espontánea.
En sus interrogatorios, los acusados no aclararon si sabían o no que en el actual tempo católico no se puede orar por el rito musulmán.
En conjunto, las versiones entre turistas y agentes de seguridad privada difirieron radicalmente. Todos los acusados y los dos testigos aportados por su defensa señalaron que la intervención de los agentes de seguridad privada de la Mezquita fue desproporcionada. En sus distintas intervenciones describieron una escena en la que un empleado redujo violentamente a Zaid en el suelo, mientras el resto del grupo trataba de apaciguar al agente. Según el mismo relato, en un momento dado, el turista austriaco que inició el rezo logró zafarse del guarda y salió corriendo de allí, produciéndose una persecución hasta la puerta y un nuevo placaje, hasta la llegada de la policía.
Pero los cuatro empleados de seguridad llamados como testigos dibujaron una escena mucho más violenta y tensa delante del juez. Según ellos, fueron los jóvenes quienes agredieron a los guardas y Zaid El-Aifari propinó un puñetazo en la boca a un empleado que justo después —y según su testimonio— estuvo a punto de ser acuchillado por otro de los acusados. Como resultado, el empleado de seguridad terminó herido de levedad en la palma de la mano.
La escena de la agresión con arma blanca fue confirmada por un segundo empleado, si bien el jefe del servicio de seguridad del templo, que llegó al lugar de los hechos al mismo tiempo que su subordinado, dijo no haber visto ese intento de agresión.
Para los guardias de seguridad todo estaba perfectamente orquestado y planeado. Solo así se explican que los jóvenes accediesen al templo en pequeños grupos y desde distintas puertas, para luego reunirse en un punto concreto y comenzar a rezar. En algo sí coinciden las dos versiones: en las continuas amenazas de muerte que se escucharon. Según los musulmanes, son los guardias de seguridad los que en inglés les repitieron “estamos en guerra, os vamos a matar”. Mientras, los agentes acusaron a los excursionistas de gritarles cosas parecidas, al tiempo que hacían gestos de amenaza de muerte.
El anhelo de orar
Rezar en la Mezquita de Córdoba es uno de los deseos más anhelados por los musulmanes que visitan el templo omeya. Son muchos los que lo hacen en silencio, sin arrodillarse o sin poner las manos con el gesto de oración. Los agentes de seguridad que declararon ayer en el juicio también reconocieron que en otras ocasiones han tenido que llamar la atención de fieles del Islam que se disponían a iniciar sus plegarias, si bien nunca se producen altercados como el registrado de 2010.
El deseo de rezar en la Mezquita llegó incluso al Vaticano. En 2004, el fallecido Mansur Escudero, que entonces presidía la Junta Islámica española, elevó al Consejo Vaticano para el Diálogo Interconfesional y a la Asociación Mundial Dawa Al-Islamiya una propuesta ecuménica para la Mezquita-Catedral de Córdoba. Mansur protagonizó un rezo a las puertas de la Mezquita que obtuvo una gran repercusión mediática.
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, al igual que su predecesor y arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, ha rechazado en numerosas ocasiones el rezo compartido entre las dos confesiones. Fernández suele repetir que el uso compartido de la Catedral de Córdoba y antigua Mezquita que reclaman colectivos musulmanes, “es un eufemismo que significa: católicos váyanse de aquí”.
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