El grito de una cultura
Raimon vuelve al Liceo en un concierto intenso y cargado de emotividad
Hace poco más de un año Raimon debutó en el Liceo. En la noche del viernes regresó al mismo escenario. Amparado por los mismos gigantescos cortinajes y con las entradas agotadas también desde mucho antes, Raimon, a punto de cumplir los 72 años —exactamente el 2 de diciembre— volvió a dejar patente su espléndida forma vocal y escénica, como se diría vulgarmente: que le queda cuerda para rato, pero esta vez demostró (por si fuera todavía necesario) muchas otras cosas.
El color de su camisa era el mismo (d’un roig encés), los músicos eran los mismos y probablemente una parte del público también lo fuera. Los dos conciertos, en cambio, fueron muy diferentes. Esta vez Raimon no presentaba nada nuevo, simplemente se limitó a exponer con extrema sencillez y a través de 42 canciones la banda sonora que ha acompañado a varias generaciones de catalanes a lo largo del último medio siglo. El estremecedor grito de una cultura que quiere seguir viva.
Como se trataba de recordar su primera actuación barcelonesa Raimon se trasladó hasta el Fòrum Vergès de la resistencia anti-franquista e inició su concierto recuperando, guitarra en mano, las tres únicas canciones que tenía en aquel momento, las que cantó allí: Al vent, La pedra y Som. Un detalle que debería haber levantado al público de sus asientos pero que fue recibido simplemente con cordialidad. A pesar de que todos los astros confluían a favor, el público inició la velada sumido en una frialdad sorprendente y así siguió toda la primera mitad. Tras el descanso todo pareció cambiar y la asistencia comenzó a encenderse hasta llegar a gritar en masa la palabra “independencia” en un par de ocasiones y acabar el concierto coreando alguna de las canciones.
Si el público estaba frío, el escenario hervía entre el presente y el pasado inmediato, entre el recuerdo nada nostálgico y la realidad deseada o no. La frase “qui perd els orígens perd identitat” alcanzó esa noche su máxima profundidad. Raimon fue mezclando material reciente (soberbias He pasejat per València sol o Punxa de temps) con canciones que ya forman parte de nuestra historia (de Treballaré el teu cos a Indesinenter, de La nit a Inici de càntic). Para tejer una trama aun más densa cantó temas que hacía muchos años que no oíamos en directo, recordó momentos intensamente vividos (País Basc, 13 de març cançó dels creients, 18 de maig a la Villa) y, sobre todo, recordó a todos aquellos a los que ha ido dedicando canciones (Miró, Tàpies, Ché Guevara, Espriu, Viladecans, Alfaro, Fuster). También cantó a sus poetas (que gracias a él también son ya nuestros) Espriu, Ausiàs March, Joan Timoneda, ... y concluyó la velada con los totémicos Com un puny, Veles e vents, He mirat aquesta terra, Jo vinc d’un silenci, D’un temps, d’un pais, Diguem no y, para cerrar el círculo, una nueva versión de Al vent, esta vez sí, recibida eufóricamente y coreada por toda la concurrencia.
Un concierto largo, intenso, cargado de emotividad, de sentimientos que afloraban y volvían a estremecer pero también de poesía y de musicalidad. Un concierto que fue mucho más que la simple celebración de una efemérides y que reforzó de forma inequívoca las recientes declaraciones del consejero en funciones Ferran Mascarell (presente el viernes en el Liceo) cuando afirmó que “Raimon es un activo cultural de nuestro país”.
Para los que se lo perdieron, la buena noticia es que TV-3 retransmitirá un resumen de sesenta minutos el próximo 8 de diciembre y que en una fecha indeterminada programará una nueva edición del concierto esta vez de noventa minutos. La versión íntegra será editada en formato CD y DVD el próximo mes de marzo.
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