Una mujer denuncia que los Mossos le rompieron el antebrazo en el 14-N
Los familiares de la manifestante que perdió un ojo el 14-N piden testigos del incidente
El día de la huelga general, Noemí Gutiérrez, de 37 años, había quedado con un grupo de personas. “Íbamos a hablar de un proyecto musical”, recuerda, con el brazo en cabestrillo. Se habían citado a las 20.00, en un local de la calle de Magdalenes, junto a Vía Laietana, por donde en ese momento pasaba una manifestación. Iba con una amiga, esperaban a dos más, cuando recibió un mensaje de que el resto del grupo se retrasaba. Noemí recuerda con exactitud todo lo qué ocurrió a partir de ese momento.
“Nos quedamos a mirar cómo pasaba la gente, que bajaba y subía, diciendo que en ese momento se había acabado la manifestación”, admite. Poco después empezaron las salvas de los Mossos d'Esquadra (disparos sin proyectiles de las escopetas de pelotas de goma) y las carreras de algunos de los manifestantes que lanzaban objetos contra la policía. Pero Noemí continuó en el sitio. Estaba a una distancia prudencial, al lado de la Jefatura Superior de Policía, y los amagos de carga eran un poco más abajo, en la avenida de la Catedral.
Pero todo cambió. “De golpe y porrazo, vimos cómo dos coches de la policía se incendiaban. Aparecieron unos encapuchados, lanzaron un líquido inflamable y una bengala de color rojo”, explica la mujer. Y tras ellos, aparecieron varios furgones de los Mossos d'Esquadra, alertadas por el incidente. “Se pararon. Nosotras estábamos contra la pared, en una zona angulosa. Dos o tres mossos se bajaron y empezaron a repartir. Yo me encontré con un mosso delante de mí, que me dio un golpe con la defensa en la espalda, bajé el brazo para protegerme y me golpeó también. Luego me caí al suelo”, recuerda. Su amiga se tiró al suelo directamente. “¡Al suelo, no! ¡Corre!”, dice que le gritó un agente de los antidisturbios. Poco después volvieron a entrar a los furgones y desaparecieron.
Noemí acabó la noche en el hospital. El primer parte médico, de las 21.17 del hospital Dos de Maig, diagnostica la “fractura cerrada” del cúbito. Posteriormente, en el Sant Pau analizaron la posibilidad de operarla. “Incluso me hicieron un preoperatorio”, cuenta esta técnica de cátering y ex aspirante a la Guardia Urbana de Barcelona. Finalmente, optaron solo por el yeso.
Noemí quiere ahora presentar una denuncia contra la policía catalana porque su actuación no fue “proporcional, ni coherente”, se queja. Pero tampoco sabe exactamente contra quién, porque no pudo ver el número de identificación del mosso que la golpeó puesto que los antidisturbios no lo llevan visible. Interior argumentó ayer que la policía avisó en diversas ocasiones antes de cargar de que se desalojase la zona.
Noemí relató ayer su historia en la calle de Casp con paseo de Gracia, alertada por una rueda de prensa que organizaron familiares y amigos de Esther Quintana. En ese lugar, Esther, de 42 años, perdió la visión de un ojo por el impacto de un proyectil. Su familia está convencida de que se debió a artefacto lanzado por los Mossos, pero Interior niega que en la zona se lanzasen bolas de goma o hubiese cargas. Aun así, la policía catalana ha abierto una investigación.
La familia de Esther pidió testigos e imágenes de lo ocurrido y anunciaron que estudian presentar una denuncia. Los amigos de Esther han lanzado además la campaña ojo con tu ojo, que pide la prohibición de las pelotas de goma.
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