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Beiras pide ética y abronca a Feijóo desde la presidencia del Parlamento

El líder de AGE se apodera de la sesión de apertura de la nueva Cámara autónoma

 Vista de la sesión constitutiva del Parlamento de Galicia
Vista de la sesión constitutiva del Parlamento de Galicialavandeira (EFE)

Como un partisano contra el ejército de ocupación. Jaleado por una cohorte de soldados enarbolando banderas contra las preferentes, contra los desahucios y, en general, contra los abusos varios del poder. Entre banderas republicanas e independentistas y al ritmo que marcaban los gritos de sus partidarios (“Hay que pararlos” y “Aquí está, aquí se ve, la verdadera izquierda gallega”), Xosé Manuel Beiras atravesó ayer la calle de O Hórreo custodiado por Yolanda Díaz y los otros siete diputados electos de su coalición electoral en un auténtico paseo triunfal hasta el Parlamento gallego. Una vez allí, el veterano líder nacionalista, ahora de la Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), monopolizó el acto de constitución de la IX legislatura de la Cámara autónoma. Sin cesiones. Y también sin concesiones.

 La mera conjunción de “circunstancias biológicas y cronológicas”, como él mismo apuntó —es el diputado más longevo— lo plantó en la presidencia de la Mesa de Edad. Y, desde allí, tras reivindicar el “poder real” que en ese momento ostentaba, “de efímero presidente del Parlamento” sorprendió a los asistentes con una proposición. “Tengo la malsana tentación de disolver esta Cámara y convocar nuevas elecciones”, provocó. Con pleno dominio de la escena, Beiras dejó pasar unos segundos antes de mascullar: “Creo que el resultado sería diferente”. Después, rompió la mezcla de risas y estupor generado entre diputados y público invitado, miró sin inmutarse al frente y precisó: “No lo tomen como una provocación: era una broma; no pretendo que el señor Núñez se frustre”. Y hurgó en la disculpa: “Eso no sería propio de mí, sino de Ollo de vidro [el protagonista de una pequeña novela de Castelao que perdió un ojo, reemplazado por uno de vidrio con el que lo enterraron cuando murió. A partir de entonces fue un esqueleto con un ojo de vidrio que rumiaba su pesimismo por el poder de los caciques]“.

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El “señor Núñez” —el presidente en funciones de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo— tamborileaba con sus dedos sobre el escaño con gesto adusto mientras escuchaba a un Beiras, tan imparable como parsimonioso, abroncarlo sin citarlo expresamente. Tras la alusión a Castelao, el presidente de la Mesa de Edad volvió con la filípica. Esta vez, por la concesión de las Medallas Castelao que la Xunta concedió, en la época de Fraga, a personajes como el falangista Luis Moure Mariño, quien había tildado de “rojo separatista”al político que da nombre al máximo galardón que concede la institución. En ese efímero ejercicio del poder parlamentario, el presidente de la Mesa de Edad se tomó su tiempo para tildar, además, a los populares de “brigada de demoliciones de limpieza étnica”. Apenas pronunciada la acusación anunció que, naturalmente, la retiraba.

No hubo tregua. “Si me permiten abusar de esta condición del más senior...”. Beiras se concedió un tiempo para arengar a las organizaciones políticas presentes. Y para ponerle deberes: acabar exhaustos de cumplir el “triple reto de no ser correa de transmisión ni siquiera de sus organizaciones políticas; representar a los ciudadanos agredidos por la estafa de las preferentes y de la policía y aplicar la ética como fundamento de la política”. “Este no es un país de vacas ni de habitantes más mansos que las vacas, sino de los que llevan siglos luchando”, arengó a diestro y siniestro.

Ya a modo de despedida, con parodia incluída sobre su locuacidad, citó una conversación de Valle-Inclán con un joven que no lo dejaba hablar. Cuando el orador cerró la boca, el escritor espetó: “Agradezco que se haya callado para siempre porque ya no lo dejo hablar más”. Entonces, Beiras procedió a la elección de los representantes de la Mesa.

Tres colores: sin acuerdo

La intervención de Beiras eclipsó el breve discurso de la presidenta electa de la Mesa del Parlamento, Pilar Rojo, que apenas apeló brevemente a la “concordia y al diálogo”. Tras la elección de Rojo, el veterano político le cedió el sillón precisando que en ese momento él hacía ya “mutis por el foro”. Antes ya había llamado la atención, con una ironía más, por la polémica constitución de esta Mesa que queda finalmente representada solo por PP y PSdeG. “No creo que los populares dividan sus votos para copar todos los puestos ni que los socialistas empleen sus 18 diputados para sentarse en los otros dos sillones”, había advertido Beiras.

El PP impuso su mayoría absoluta para hacerse con los tres puestos —Presidencia, Vicepresidencia y Secretaría—, y el PSOE situó a Marisol Soneira y Concepción Burgo en la Vicepresidencias segunda y Vicesecretaría. La elección en urna de los tres representantes con cartulinas de distintos colores para la ocasión fue explicada con la mordacidad lingüística de un Beiras pletórico en sus críticas. “Hay tres colores para que nadie se equivoque. Este es como un país africano después de la colonización”, ilustró didácticamente.

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