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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Histórica, pero no competitiva

El próximo presidente será Mas, por la caída socialista y porque el duelo del tripartito no ha terminado

Josep Ramoneda

Estamos ante una campaña electoral histórica, pero no competitiva. Una elección competitiva es aquella en la que el resultado es incierto entre las fuerzas que se disputan el poder. No es el caso. No hay una verdadera competencia por la victoria. Todos sabemos que el próximo presidente de la Generalitat será Artur Mas. En este sentido, el partido está decidido antes de empezar. Aun en el caso, poco probable, de que CiU perdiera algún escaño, no hay posibilidad alguna de una mayoría de gobierno alternativa. Por la caída socialista y porque el duelo del tripartito no ha terminado todavía. La hipótesis de una alianza de izquierdas está totalmente fuera de programa. Dos de sus actores, el PSC y Esquerra, siguen renegando de ella.

Y sin embargo, estamos ante unas elecciones históricas, por la apuesta que hay en el origen de la convocatoria. Artur Mas disolvió el Parlamento y convocó elecciones para encuadrar, encarrilar y capitalizar el movimiento social por la independencia, que había dado un salto cuantitativo y cualitativo con la manifestación del 11-S. Abrir un proceso de ruptura con España no es algo que ocurra en cualquier convocatoria. Es un acontecimiento excepcional que abre un periodo para el que no hay pautas establecidas. En esta primera etapa, de un proceso que se presume largo y complicado, el objetivo es la convocatoria de un referéndum. En esta materia, estas elecciones tampoco son competitivas. Todos sabemos que habrá una abrumadora mayoría a favor de un referéndum de autodeterminación. Lo llevan en su programa CiU, Esquerra, Iniciativa e incluso, aunque con condiciones, el PSC. De modo que se puede afirmar sin riesgo de error que el Parlamento catalán, una vez constituido, solicitará por amplísima mayoría al Parlamento español la autorización para la convocatoria de un referéndum.

¿Dónde está entonces la competición? En que CiU consiga o no la mayoría absoluta. Tanto si la alcanza como no, el gobierno será suyo y el referéndum tendrá un apoyo masivo. Pero CiU quiere tener manos libres para decidir el camino que seguir y los partidos contrarios a la independencia buscan el consuelo en que Artur Mas se quede sin mayoría absoluta. Un estancamiento o retroceso de CiU serviría para argumentar que su apuesta pierde empuje. Y por tanto, para tratar de cambiar el escenario del día después. Dado que, en líneas generales, los resultados están escritos, estas elecciones son vistas, especialmente desde Madrid, pero también desde el poder económico local, como un paréntesis a la espera de la hora de la verdad. La hora de la política, dicen algunos. ¿Quieren más política que un proyecto para cambiar el estatus de un país?

En resumen: unas elecciones históricas en que casi todo está decidido. De modo que al analizar los resultados se magnificarán mucho los matices. Dicen que el diablo está en los detalles.

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