Reivindicación vallecana
El cantautor madrileño, que actúa en la capital este fin de semana, traza desde su barrio de origen una ruta por calles, plazas y bares cargados de recuerdos de infancia
1. La plaza de la Paja. La cercanía de mi estudio de grabación es uno de los motivos que la convierten en un lugar especial. Es tranquila. Me encanta cuando se montan las terrazas que ocupan gran parte del lugar y pararme a tomar un mojito o un pastel en el Delic, un bar que me gusta mucho. Que forme parte del barrio de los Austrias la hace aún más atractiva. La guinda del pastel la pone el jardín del Príncipe de Anglona, escondido en una de las fachadas. Es un pequeño oasis en la ciudad.
2. Cava Baja. Me gusta toda la calle: parar en la bodega El Tempranillo o tomarme una copa en el Lamia. Por la noche es efervescencia pura, aunque reconozco que la prefiero entre semana. Los domingos está abarrotada.
3. Libertad 8. En este bar toqué durante un tiempo, al principio de mi carrera. Me gusta volver al calor de las tertulias y hablar con los camareros. En origen era una vaquería, luego se convirtió en lugar para tertulianos e intelectuales. En los ochenta pasó a ser el punto de encuentro de los cantautores. Es un sitio con encanto.
4.Gran Vía de noche. Tiene lo mejor y lo peor de Madrid. Esa vida agitada que la convierte en el corazón de la ciudad, pero también la convivencia entre la marginalidad y lo turístico. Pretende ser Broadway sin conseguirlo y es lo que le confiere esa magia. Es una calle que siempre está viva y en la que te puedes encontrar putas y yonquis en las calles aledañas. En la Gran Vía hasta han conseguido convertir un cartel de publicidad en un icono pop.
De vuelta a la ciudad natal
Ismael Serrano (Madrid, 1974), ha sido aclamado en su gira por América con su último disco, Todo empieza y todo acaba en ti. Este vallecano de corazón vuelve a Madrid para terminar su bolo en su ciudad natal.
5. Las salas de teatro de Matadero Madrid. Es uno de los enclaves culturales más interesantes de la ciudad. Fue un acierto transformarlo y es un reto mantenerlo fresco y vivo en un momento en el que la cultura es lo último.
6. La cuesta de Moyano. Este lugar está ligado a un recuerdo de la infancia. Mi padre me llevaba a pasear entre las casetas de esta feria de libros de segunda mano permanente. Allí descubrí algunas ediciones de la poesía de Jesús Losada que terminé llevándome a casa.
7. Electra. En la calle de San Bernardo encontré esta tienda de cómics. Antes siempre iba a El Aventurero, en la plaza Mayor, pero con la crisis cerró. Siempre que vuelvo a Madrid me paso por allí a ver las novedades ya sea los superhéroes o de los dibujantes como Joe Sacco, por ejemplo. Yo aprendí a leer con Mortadelo y Filemón y nunca han dejado de gustarme los cómics. San Bernardo, 20.
8. La Copita Asturiana. Este restaurante me lo recomendó mi padre. Allí se comen las mejores fabes con almejas de todo Madrid. Y también las mejores manitas de cerdo. Eso sí, después de comer es necesaria una buena siesta. Tabernillas, 13.
9. La plaza vieja y el bulevar de Vallecas. Con este lugar quiero reivindicar otro recuerdo de infancia. Me consta que están en muy mal estado, degradados, y me gustaría que se recuperasen. Tengo muchos recuerdos paseando con mis padres por ahí. Además, Vallecas es mi barrio, donde me crié hasta los 15, donde imprimí una conciencia de clase. Nos conocíamos todos, éramos como una gran familia y eso creo que se ha perdido en Madrid. Sin embargo, Vallecas resiste.
10. Microteatro. Es una iniciativa muy chula. Acerca al teatro a gente que no se siente atraída por él y es barato. Convertir un burdel en tablas me pareció una idea realmente divertida. Además, mi mujer que es actriz acaba de estrenar allí una obra. Loreto y Chicote, 9.
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