Maltratadores y maltratados
"¿Admiramos los valencianos todo lo que viene de Madrid?:sospecho que algo de esto hay."
El otro día en les Cortes se quejaba el presidente Fabra del maltrato que el gobierno central estaba inflingiendo a la Comunidad Valenciana y reclamaba 144 millones de euros más en los presupuestos generales del estado. Lo curioso no es la noticia en sí, es que se haya producido: ¡el presidente valenciano quejándose, a dónde vamos a llegar! Por supuesto nadie se habría extrañado si la queja hubiese venido de Andalucía o del País Vasco, ya no digamos de Cataluña, pero tampoco si la hubiesen formulado los presidentes populares de Galicia o de Baleares. El problema tampoco creo que esté en Fabra. No se sabe de ninguna protesta seria formulada por Zaplana durante el gobierno de Aznar ni por Lerma durante el de Felipe González, en tanto Camps nos aburría con el mantra de culpar de todo al adversario socialista y mirar para otro lado durante los breves meses de dominio de su partido que precedieron y siguieron al mandato de Zapatero.
No, el problema lo tenemos los valencianos como pueblo o, si quieren, es un problema de nuestra peculiar cultura política. ¿Por qué lo que en cualquier otro sitio sería un casus belli, aquí se acepta tranquilamente como si tal cosa? Solo recibimos un 85% por habitante de lo que reciben de media las demás comunidades autónomas y miramos el secesionismo catalán con extrañeza a pesar de que Cataluña ha recibido un trato menos discriminatorio que nosotros. Construimos el tercer gran teatro de ópera de España y, mientras el Teatro Real de Madrid y el Liceu de Barcelona reciben en torno a 14 millones de euros de subvención, a nosotros nos despachan con 400.000 euros y no solo no pasa nada, sino que tenemos que aguantar que las calles de Valencia se llenen de pantallas institucionales en las que se anuncia la programación teatral madrileña.
Supongo que es para que nos gastemos una pasta yendo en AVE a la capital, eso sí, con pernocta en un hotel, porque ninguna sala se ha molestado en cambiar sus horarios, algo que sí hizo el Palau de les Arts para facilitar la asistencia de viajeros madrileños en el día. Y ya que hablamos del AVE: ¿alguien me podría explicar qué país es este en el que el trayecto Madrid-Valladolid se inauguró ocho años antes que el trayecto Madrid-Valencia?: si en Francia, el país centralista y jacobino por antonomasia, hubieran inaugurado antes el TGV Paris-Nantes que el TGV Paris-Lyon, se arma la gorda. Luego dicen que si Cataluña se independiza, nunca tendremos corredor mediterráneo: esto es seguro, pero porque a Valencia jamás le concederán una infraestructura que no reclamen otros.
Tiene razón Fabra: somos una comunidad maltratada y todo maltrato presupone la existencia de un maltratador. Pero ya que el problema es psicológico habrá que ir poniendo las cosas en su punto. Los maltratadores no suelen actuar sin la connivencia de las personas maltratadas, que a menudo se niegan a denunciarlos por una especie de admiración oculta y, qué duda cabe, porque los temen. ¿Admiramos los valencianos todo lo que viene de Madrid?: sospecho que algo de esto hay. ¿Tememos las iras de la capital?: también. ¿Por qué nos avergonzamos, si no, en exclusiva de unas corruptelas a las que Rajoy, ahora tan despreciativo, debe la financiación de la campaña electoral que lo llevó a la Moncloa? Mientras no superemos el síndrome de Estocolmo, lo nuestro no tiene remedio.
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