Ezker Anitza, a dar el salto
Mikel Arana recibe el permanente apoyo de Cayo Lara ante la opción de tener grupo en el Parlamento Abre la puerta a una política vasca de izquierdas
Mikel Arana es el parlamentario de Ezker Batua que se presenta como cabeza de lista por Ezker Anitza-IU, ahora el partido rival que busca votos en el mismo granero, y que, según la mayoría de las encuestas, tiene serias opciones de llegar incluso a triplicar su representación, a disponer de grupo en la Cámara vasca. Por todo ello, cuando Arana se presenta en actos de calado como el de ayer en la Tribuna Euskadi, empieza por definir el ADN de su nuevo partido político sin remover el pasado.
Para Izquierda Unida (IU), cuya marca en Euskadi es Ezker Anitza, la crisis económica y el descrédito del PSE son los principales resortes de su resurgimiento en la actual legislatura. Así se explica que Cayo Lara, coordinador general de la coalición estatal, acompañe con diligencia a Arana cada vez que se lo pide porque sabe que también ahora el País Vasco es terreno abonado para relanzar un partido surgido de la escisión, pero sobre todo de las guerras intestinas, con el sector partidario de Javier Madrazo y, por añadidura, de Gaspar Llamazares.
Apuesta porque la necesaria reforma fiscal se debata en el Parlamento
Arana disocia con rotundidad “gobernar de hacer política”. Bajo este principio, entiende que en Euskadi existe una seria posibilidad de aunar una fuerza mayoritaria de izquierdas en el futuro Parlamento, en base a los datos del CIS, que “condicione” la política económica que presumiblemente desarrollará el PNV desde el poder. Es un posicionamiento que le permite aislarse de cualquier tentación de imaginar un gobierno junto a EH Bildu y PSE-EE, al que no dedica un minuto porque son fuerzas todavía que se repelen.
Ezker Anitza se siente animada por las encuestas para adecuar “un quinto espacio” en la política vasca desde pronunciamientos de izquierda y radicales. Lo hace desde el convencimiento de que es necesario “rebelarse” ante la situación económica para aunar fuerzas en defensa de unos servicios públicos sin recortes. Una incitación curiosamente acuñada por los sindicatos nacionalistas cuando llamaron a la última huelga general. Con esta desafiante proclama entra en la disputa de un peleado voto junto a una maraña de formaciones y en especial de EB, el vientre del que proceden la mayoría de sus afiliados y de sus cuadros, con quien comparte la lógica sensación de una vigilancia mutua.
Busca el voto en el descontento social por los efectos de la crisis económica
En base a las previsiones demoscópicas, Ezker Anitza estaría en condiciones de amargar la noche del 21-O preferentemente al PSE-EE al arrebatarle centenares de votos en cada uno de los territorios. Consciente de esta fundamentada posibilidad, Arana insiste en que “el Gobierno vasco del PSE y el PP con Patxi López también han venido aplicando recortes”. En su discurso, los socialistas no salen bien parados porque entiende que no han sabido deshacerse de la hipoteca que supuso el pacto político con los populares en el inicio de su mandato. De hecho, el candidato de Ezker Anitza recordó que fue Basagoiti “a quien se le ocurrió en una entrevista matinal” romper el acuerdo, pero no a López.
Sin embargo, Arana cree que la nueva situación abre la puerta a un posible entendimiento desde la izquierda. Al menos, en materia fiscal. En el acto de ayer volvió a mostrarse partidario de aplicar una reforma en materia impositiva, con una insistencia especial sobre el impuesto de sociedades que escuchó estoicamente el presidente de la patronal vasca, Miguel Ángel Lujua, desde la primera mesa de invitados. Pero añadió un elemento determinante que refuerza la posición de Patxi López ya que Ezker Anitza también es partidario de llevar al Parlamento el debate sobre la reforma fiscal.
Finalmente, Arana no pudo sustraerse al debate mediático sobre las posiciones identitarias, aunque precisó que no se trata del principal problema de la ciudadanía. Recordó la esencia federalista de “libre determinación” por la que aboga su partido como “punto de encuentro”, mientras repetía críticamente los interrogantes que deja sin resolver la posición independentista en aspectos tan nucleares como la moneda, la financiación de un eventual estado vasco o las mismas pensiones
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