Joglars, testigos del cambio
El grupo catalán repone ‘El Nacional’ en el Teatro Olympia Lo hace casi 20 años después de estrenarlo en el Teatro Principal de Valencia
En marzo de 1994, Els Joglars estrenaron en el Teatro Principal de Valencia su nuevo espectáculo, titulado El Nacional, que el crítico de EL PAÍS Julio A. Máñez saludaba como “dos horas de entretenida diversión, sin monsergas a pie de página”. Fue algo que el público rubricó con una ovación de gala al hilo de la cabreada “traca final” de Don Josep, el acomodador protagonista de esta animada y ácida muestra de teatro dentro del teatro o, mejor, de ópera dentro del teatro, que el nuevo director de la compañía catalana, Ramon Fontseré, considera que “está más de actualidad que antes”, dado que son “malos tiempos para la lírica”.
Entonces, dijo, llegó a haber “tres versiones, la castellana, la catalana y la valenciana”. Ahora será en castellano. Otras cosas han cambiado y ahora la obra pasa del teatro público al privado. El Olympia, una sala privada que combina comercialidad y calidad, enlazará los cinco días de Els Joglars con el Tio Vania de Chèjov a cargo de L’Om Imprebís, que permanecerá en escena hasta el 21 de octubre. Para entonces el Principal arrancará temporada con el musical My fair Lady, dirigido por Jaime Azpilicueta, con Paloma San Basilio como figura estelar.
Si se repasa la cartelera de aquel marzo de 1994, con cuatro salas de la Generalitat en activo, una de ellas programando a Imprebís, y otra sala de la Diputación ocupando el 90 % de la oferta en la ciudad de Valencia, se comprueba en un vistazo cómo los tiempos han cambiado. Sobre todo teniendo en cuenta que una sala autonómica, la Moratín, ya no existe, y de otra, el Talía, se anuncia el desestimiento público, mientras el Principal ofrece últimamente musicales como Chicago o Sonrisas y lágrimas, otrora más propias del teatro privado.
Son malos tiempos para la lírica, según Ramon Fontseré
Más cambios. El Nacional de 1993, original de Boadella, ha sido sido actualizado con referencias a los tiempos corrientes y con fragmentos cantados del Rigoletto de Verdi, que interpreta un grupo de menesterosos invitados por Don Josep a cambio de alojarse en el ruinoso Teatro Nacional de la Ópera. Según Fontseré, que encarna el papel del acomodador, ahí está inequívoco el sello de Els Joglars: “Tiene ironía, humor, sarcasmo, poesía” y “es canalla”. El personaje que Fontseré representa “aguanta dentro del teatro obcecado en su idea mientras las excavadoras aguardan fuera para demolerlo y construir una sucursal de Bankia”.
Esa resistencia transmite para el nuevo director de Els Joglars “un cierto mensaje de optimismo”. Eso a pesar de que a Els Joglars les afecta la crisis de forma “bestial” y que incluso cuando van a taquilla, los Ayuntamientos “tardan dos meses” en pagarles. Respecto a las tensiones territoriales recrudecidas desde la Diada, se declara “escéptico” y “mero observador”.
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