Vigías sin romanticismo
El coordinador de los siete faros de Gipuzkoa reivindica una profesión abocada a la extinción “No me aburro, no falta trabajo que hacer”
De niño aprendió al mismo tiempo las tablas de multiplicar como a distinguir las señales marítimas. Pablo Zimmermann (Ferrol, 1966), de origen alemán, conoce bien la vida de farero porque no ha tenido otra desde que vino al mundo. Su padre trabajó en Ferrol, en Cartagena y en Zumaia. Así Zimmermann inoculó la fascinación por las claves de los destellos de luz o la electrónica de la forma más natural. Ahora se encarga del faro de Igeldo, en San Sebastián, donde vive junto a su mujer y dos hijas. Antes pasó por el de Higuer, en Hondarribia, y Getaria. También es el coordinador de los siete faros que existen en Gipuzkoa y que la Autoridad Portuaria y la UPV quieren a través de un convenio incluirlos en una ruta turística.
Cuando se le pregunta por el halo de misterio y romanticismo que envuelve a los faros y las personas que los habitan, reminiscencias literarias para muchos, rehuye de la imagen del mito de lobo de mar solitario retirado. “Esto es una profesión como otra cualquiera. Además, el trabajo de farero ya no es únicamente el cuidado del faro”, aclara Zimmermann. Se refiere a la responsabilidad que conlleva supervisar y tramitar las balizas de señalamiento, semáforos o las luces de los pantalanes en el Puerto de Pasaia, por ejemplo. “No es solo el farero que vive en el faro como antes. Hay más trabajo que hacer, mejoras, reparaciones de equipo, no me aburro, no falta trabajo”, recalca digno reivindicando su oficio.
Destellos de luz
- Existen siete faros en Gipuzkoa; Zumaia, Hondarribia (Higuer), Getaria, Igeldo, Santa Clara y Pasaia (La Plata y Senokozulua). Cuatro de ellos están habitados. Entre los de Bizkaia destacan el de Punta Galea en Getxo, Cabo Billano en Gorliz, Santa Catalina en Lekeitio, y el que se alza en el punto más saliente de la costa vasca, el cabo Matxitxako, en Bermeo.
- En cada faro existen diferentes códigos de señalización que a lo largo de unas millas de costa no se deben repetir. Esto no significa que en el Mediterráneo no se puedan seguir los mismos patrones. El de Igeldo, por ejemplo, en cada giro hace dos fracciones de dos destellos más uno, cada 15 segundos.
- Con la Ley de Puertos de 1993, el Ministerio de Fomento traspasó las competencias de los faros a las autoridades portuarias. El farero además se encarga de reparaciones, tramitaciones y señalizaciones.
Desde la Ley de Puertos de 1993, el Ministerio de Fomento traspasó las competencias de los faros a las autoridades portuarias. “Antes se sacaba una oposición para ser farero, había exámenes, periodos de pruebas. Pero ya no es así, por decreto ley se nos declaró a extinguir, porque vamos desapareciendo”, asegura Zimmermann.
Si algo tiene claro el farero de Igeldo es que los faros son de “dominio público” y que hay que mantenerlos vivos y “en condiciones” porque son necesarios y vitales para los navegantes. Los que están habitados, en Gipuzkoa son cuatro, están en mejores condiciones. El de Getaria, “da pena verlo, tiene los achaques de un edificio cerrado, además de que ha sufrido actos de vandalismo”, pero cada vez hay menos interés en mantenerlos habitados. A la pregunta de si ve viable que los faros puedan ser visitados como reclamo turístico, Zimmermann no se define. “No sé si turísticamente el faro es atractivo. Yo no me veo haciendo de guía, aunque mucha gente saca fotos a los faros. Lo que está claro es que primero hay muchos que rehabilitar”, destaca.
“Antes se sacaba una oposición pero ya no es así”, dice Zimmermann
Un recorrido por el interior de un faro permite descubrir que prácticamente ya todos funcionan de forma automática. No todos los faros funcionan las 24 horas, aunque algunos sí están girando todo el día para que la luz del sol no incida sobre la lámpara y la dañe. El de Igeldo, al igual que el resto de los de Gipuzkoa, se enciende por la noche de forma automática con células fotoeléctricas y se apaga por el día. Atrás quedan los métodos de cálculo con los calendarios de ocasos y ortos. Además, los nuevos tiempos demandan cambios tecnológicos. “Los faros tienen que adaptarse y uno de nuestros trabajos es implementando cosas nuevas”, explica Zimmermann, que entre sus funciones como coordinador está el de trabajar en equipo junto a otros cuatro fareros.
Ahora le toca el turno a la tecnología Led, que hasta ahora solo se ha utilizado en el balizamiento del Puerto de Pasaia. “Al final, nos obligan las empresas fabricantes de bombillas. Antes había fabricaciones específicas para los faros, pero ahora no. Se olvidan de los faros y si quieres te adaptas y sino te buscas la vida”, explica. Zimmermann tuvo que comprar por Internet una bombilla que no amarillease (las señales siempre tienen que ser invariables, en este caso luz blanca) a una empresa que distribuye lámparas para el cultivo de marihuana.
Los faros no tienen más remedio que adaptarse a las nuevas tecnologías
La ubicación de los faros no es algo que se deja al azar. Lo marca el plan de balizamiento diseñado por varios organismos estatales que configuran la Comisión de Faros. El objetivo es que las “máquinas habitadas”, como se les denomina, estén ubicadas para que desde alta mar se puedan ver desde el mismo punto tres faros. En cada uno de ellos existen diferentes códigos de señalización que a lo largo de unas millas de costa no se deben repetir. Esto no significa que en el Mediterráneo no se puedan seguir los mismos patrones. El faro de Igeldo, por ejemplo, en cada giro hace dos fracciones de dos destellos más uno, cada 15 segundos, el de Getaria son cuatro destellos. Especificaciones que vienen en las cartas naúticas que llevan los barcos.
No hay duda de que Zimmermann disfruta de su profesión desvelando las tripas de su juguete. Pero reconoce: “Estoy harto de ver el mar aunque cuando te vas lo echas de menos”.
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