El arte deja correr el aire

Las galerías de arte viven un dilema. Les complace que frecuentarlas y adquirir sus obras sea símbolo de distinción, pero al mismo tiempo desearían abrirse a otros públicos. “A mucha gente le infunde respeto visitarnos”, presenta el problema Juana de Aizpuru, una de las matriarcas del sector. “Se preguntan: ¿habrá que pagar para entrar, habrá que ser socio? Nada de eso: solo hay que venir”.

Para ganar visibilidad, ArteMadrid, asociación de 46 galerías de arte, importó hace dos años un artefacto promocional llamado Apertura que consiste en una inauguración conjunta de la temporada como la que se hace en Berlín o Nueva York. Durante este fin de semana, muchos espacios de Madrid sincronizan sus inauguraciones y participan en un programa de actividades.

Pero que nadie se confunda: el arte moderno sigue siendo asunto de iniciados. Una evidencia es lo ocultas que a menudo permanecen las galerías. Solo en casos excepcionales se identifican por elementos distintivos en sus fachadas —un ejemplo es la de Oliva Arauna, precintada anteayer por el Ayuntamiento precisamente por rediseñar su exterior—. El colmo de la discreción son las que se encuentran en pisos, sin más identificación que una pequeña placa en el portal o, a veces, solo el nombre en el portero automático. Es el caso de la de Juana de Aizpuru, un señorial primero en la calle de Barquillo lleno de fotos de Alberto García-Alix pero al que nadie llegaría sin indicaciones; o de forma aún más acusada, el de Distrito 4, también en un primero de la calle de Alcalá. En esta última, por la mañana ya tenían preparados los vasos de plástico para la fiesta de la noche: la presentación en España de las figuras sin rostro de la pintora Iris Schomaker. “Nos hace mucha ilusión. Queremos que el año arranque con energía y ganas de gastar”, cuenta Antonio Gómez Barrera. “La apertura de temporada está llena de expectativas, y nos gusta compartirlas con nuestros habituales, pero también con espontáneos que se acerquen a una copa”.

“Es que a la gente le encanta lo de los zumos”, coincide una empleada de la galería Marlborough. Ellos inauguraron ya el 13 con una atractiva muestra del pintor pop Ronald B. Kitaj y otra más reducida de Luis Gordillo. “Pero con la Apertura se nota más afluencia”, cuenta. También aventura que el pico se alcanzará este sábado, con los brunch (una forma en boga de llamar a los desayunos tardíos) que organizan todas las galerías.

A la espera de que lleguen las magdalenas, anoche fueron las primeras fiestas de inauguración. En lel espacio de Elvira González, en la calle de General Castaños, terminaban los detalles. Un empleado frotaba con limpiacristales la puerta. En el interior, de un pulcro blanco, las obras del escultor Juan Asensio esperaban la puesta de largo como caninos incrustados en la pared. Los galeristas se esfuerzan por concentrar en estos eventos la mayor cantidad de novedades. Por ejemplo, en la galería de Nieves Fernández, anoche además de presentar la exposición del artista Jordi Alcaraz, aprovecharon para homenajear dentro de su espacio de moda Making Things —una expansión del negocio en la misma calle de Monte Esquinza— a los diseñadores de vanguardia Yohji Yamamoto e Issey Miyake, muy ligados a la creación artística.

Álvaro Alcázar, director del espacio del mismo nombre, está en la feria de Chicago presentando el trabajo de seis de sus artistas. Entre ellos, el de Bosco Sodi, autor de las pinturas como terrones de arena verde acrílica expuestas estos días en su galería. En ausencia de Alcázar, las presenta Carmen Hidalgo, quien subraya que otro de los alicientes de Apertura para ellos es que desde su puerta vaya a salir una de las visitas guiadas por tres de los circuitos de comercio artístico de la ciudad. Las coordina la Fundación ARCO y recorren las galerías de Alonso Martínez, el barrio de Salamanca y el entorno del Reina Sofía. “Las dos chicas que se ocupan lo hacen muy bien, y a veces traen gente que, si no, nunca vendrían a un sitio así”, explican en la Helga de Alvear, una de las ubicadas en los aledaños del museo, zona emergente en Madrid. Su propuesta para estos días se llama Orígenes y es una retrospectiva. “No presentamos el tipo de arte con el que trabajamos ahora, sino con el que empezamos cuando abrimos en 1995”. A destacar, las fotografías de Thomas Ruff o Philip-Lorca diCorcia.

En la galería Cayón apuestan por un gran nombre para el nuevo curso con una selección de obras en papel de Chillida. No es una novedad: Adolfo Cayón, uno de los principales coleccionistas jóvenes de Madrid, es aficionado a los pesos pesados. “Con el Apertura, además de atraer a coleccionistas nacionales e internacionales que aprovechan para visitar todas las exposiciones, también nos gustaría presentar la labor del galerista, y mostrar que no solo es comercial, sino didáctica y de colaboración con los creadores”.

Con una propuesta artística muy distinta pero un discurso cercano acerca de la labor de divulgación que le concierne al galerista en los nuevos tiempos perros, Lola Moriarty explica el esfuerzo que toca hacer en estas jornadas para traer artistas llamativos. Ella expone a Wendy White, cuyo trabajo se inspira en los esprays y el arte urbano. “Viene un año difícil, pero hay que afrontarlo con ilusión. Madrid está llena de energía, hay galerías nuevas y público interesado aunque no siempre tenga capacidad para comprar”, cuenta. En Moriarty apuestan por la reinvención de espacios como el suyo. Ya apadrinaron la revista Estado mental, y ahora preparan una emisora de radio para “la discusión y la creación”. Esa es su propuesta. Y si no, aún hay esperanza: siempre quedará el brunch.