El lugarteniente González toma el mando
El hasta ahora vicepresidente ha consolidado su poder tanto en la estructura política de la Comunidad como en el PP de Madrid
Ignacio González, el vicepresidente que ahora toma las riendas del Gobierno regional madrileño tras la dimisión de Esperanza Aguirre, lleva años consolidando su poder tanto en la estructura administrativa autonómica como en el partido, donde hace diez meses promovió con la connivencia de Esperanza Aguirre la muerte política de quien entonces era el número dos del PP en Madrid, Francisco Granados.
Desde entonces, González, el único miembro del actual gobierno que ha acompañado a la presidenta desde la primera legislatura al frente de la Comunidad, ha trabajado para encontrar un espacio en la dirección nacional del PP, donde no es bien recibido pese a que tras el congreso de Sevilla encontró acomodo como nuevo secretario general de la formación en Madrid.
Al igual que ocurrió con Ana Botella tras la partida de Gallardón hacia el Ministerio de Justicia, González alcanza la cabeza del gobierno regional como suplente. La diferencia esencial con la alcaldesa de la capital es que él ya ejercía el poder de facto en la sede regional de la Puerta del Sol. Con su progresiva ascensión en la escala de mando, el vicepresidente ha ido dejando una visible estela de cadáveres entre la que destacan el exconsejero de Justicia, Alfredo Prada o el exconsejero de Sanidad, Juan José Güemes, uno de los cachorros del PP con más proyección.
No obstante, la gestión de González está repleta de claroscuros. El episodio más reciente es la investigación “discreta” y no oficial de la que fue objeto por parte de la policía a raíz del uso en vacaciones de un apartamento de lujo en Málaga cuya titularidad es de la empresa norteamericana Coast Investors.
El presidente in pectore es también presidente del Canal de Isabel II, la empresa pública que la oposición de Madrid señala como origen de asuntos polémicos. Prueba de ello fueron los seguimientos que sufrió durante un viaje a Colombia con una delegación de la empresa pública que el Gobierno regional pretende privatizar. Fue grabado con cámaras ocultas y se elaboraron varios dosieres sobre sus movimientos. Paralelamente estalló el caso del espionaje a políticos del PP en Madrid. El asunto nació en la consejería que ocupaba Granados, quien contrató a los tres exguardias civiles que la Audiencia Provincial investiga por malversación de fondos.
Cansado de todas las intrigas de la Comunidad de Madrid, en 2009 González decidió saltar a la empresa privada y preparó sin éxito la toma de la presidencia de Caja Madrid. Llegó incluso a negociar con los sindicatos y la oposición su nombramiento. Pero a última hora, Mariano Rajoy coló a Rodrigo Rato, un hombre con más peso en el partido. El paso del tiempo ha dibujado para ambos, Rato y González, escenarios completamente distintos.
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