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De Caixanova a los juzgados

Los exdirectivos de la caja imputados preparan su defensa El banco les reclamará el próximo viernes las indemnizaciones multimillonarias

María Fernández
Julio Fernández Gayoso, el ex director general de Caixanova, en 2008.
Julio Fernández Gayoso, el ex director general de Caixanova, en 2008.ANXO IGLESIAS

José Luis Pego, que pasará a la historia por ser el primer y único director de Novacaixagalicia en sus diez meses de vida, se despidió de sus compañeros el 14 de septiembre de 2011 con una carta que tenía el mismo tono paternalista con el que su mentor, Julio Fernández Gayoso, había gobernado los destinos de Caixanova durante tres décadas. Tras una breve exposición de cómo llegó al puesto, abandonando la “agradable zona de confort de la Universidad de Santiago” de donde procedía, valoraba que el viaje profesional había valido la pena: “La Caja, vosotros, las personas que en ella habitáis, me habéis dado mucho. Más de lo que nunca hubiera llegado a poder imaginar. Más de lo que jamás podré llegar a devolver”. Cuando se publicó su indemnización multimillonaria, de 7,7 millones de euros, resultado de multiplicar su salario fijo (627.000 euros) por los años que le quedaban para jubilarse en el momento de su baja (tenía 54), junto a un plan de pensiones de más de diez millones, esas palabras de despedida cobraron un significado que ni en sus peores sueños hubiera deseado.

“Hoy emprendo el tránsito hacia otros destinos desconocidos para mí. Lo hago por causas que me son ajenas Sé que este proyecto vale los sacrificios que conlleva. Sé también que quedan en buenas manos. Mi máximo afán fue siempre el cuidar de vosotros. Tengo el convencimiento de que los nuevos responsables del Banco también van a cuidar de tod@s”, decía Pego. La realidad se impuso a sus entrañables deseos. Con prejubilaciones cuantiosas, aunque infinitamente menores a las de Pego, con la fusión se marcharon 1.200 trabajadores. Este año habrá otros 1.000 despidos —como mínimo. Para otoño, cuando se determinen las multimillonarias necesidades de capital de NCG, que superan los 4.000 millones, se preparan nuevos recortes de personal y oficinas.

José Luis Pego ha disfrutado del verano en su chalé situado en Nigrán

Sus compañeros lo respetaban —y lo respetan— pese la corriente de indignación que causó el escándalo de las indemnizaciones. Era uno de los ejecutivos más capacitados de la antigua Caixanova, donde accedió a la dirección general en 2006. Culto, afable, “la única tacha a su currículo haber sido demasiado servil con el presidente”, comenta un exempleado. “Eso y que el puesto se le quedó grande”, añade un empresario. El Banco de España, que lo había considerado un gestor adecuado —la Xunta también estaba de acuerdo— cambió de opinión los meses posteriores a la integración. “Personalmente ha sufrido bastante, lo ha pasado muy mal y lo sigue pasando mal”, asegura un consejero de la actual caja. Aunque su primera decisión fue alejarse de los focos y volar a Miami, este verano ha permanecido en su casa de Nigrán, la misma que visitaron sin éxito en julio un grupo de afectados por las preferentes para protestar por el “corralito”. “Se le ve deprimido, sin duda es el que peor lo está llevando”, asegura otra fuente. Al contrario que sus compañeros del sector bancario, carece del barniz de soberbia que cubre a los altos ejecutivos. “Es un hombre cuyo gran error fue ser el recadero de Gayoso”, atacan desde las posiciones más críticas, “durante las negociaciones de la fusión salía frecuentemente de las reuniones para llamar al presidente. Sin su aprobación no movía un dedo, y así nos fue”. Cuando el equipo de José María Castellano se hizo con el banco y reclamó a los exdirectivos las indemnizaciones, la posición de Pego fue, en principio, favorable a negociar, “incluso intentó convencer a Goyo [Gregorio Gorriarán] y a Óscar [Rodríguez Estrada], para que cediesen” comenta una fuente interna. Para ahorrarse el linchamiento mediático solo tenía que haber devuelto el dinero. Por muy legal que fuese su retribución, salía de una caja que había recibido 1.200 millones y que estaba a punto de ser nacionalizada. “No llevaba ni cinco años como director general y tuvo la indecencia de llevarse el equivalente a su sueldo multimillonario para el resto de su vida”, expone un sindicalista indignado. El resto de la historia es conocido: las negociaciones se frustraron y NCG interpuso una demanda laboral contra los tres exdirectivos para recuperar el dinero. Las primeras citas en el Servicio de Mediación están fijadas para el próximo viernes. Si no hay acuerdo, como parece, el caso se alargará.

Sus excompañeros de equipo se han ocultado menos. Más delgado, con el pelo casi rapado al cero, a Gregorio Gorriarán, director de la sección inmobiliaria (cobró 4,8 millones y le quedan 9,2 en su plan de pensiones cuando cumpla 65), se le puede ver habitualmente de terrazas por la Alameda viguesa, donde vive. Después de su salida de la caja aseguró en círculos cercanos que iba a ser fichado por Castellano como asesor para temas relacionados con el ladrillo. Quizá por eso no recogió su despacho y dejó algunas semanas aparcado su Maserati en el garaje de la entidad.

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Méndez y Cía
Castellano se querella contra Gayoso y otros tres exdirectivos

Este verano se trasladó a Madrid para preparar su defensa en los dos frentes que tiene abiertos: la citada demanda laboral de Novagalicia y la denuncia de la fiscalía en la Audiencia Nacional. Lo hace con un prestigioso despacho con el que trabajó antes de entrar en Caixanova.

Óscar Rodríguez Estrada, mano derecha de Gayoso durante años en la extinguida Caixanova, apenas ha cambiado sus costumbres. El fiscal les reclama, a ellos tres y al exdirectivo de Caixa Galicia, Javier García de Paredes, 7,7 millones de euros. Supuestamente, y poco antes de abandonar el barco, habrían modificado sus contratos para consolidar en su finiquito la parte variable de su salario a espaldas de los órganos de control. “No sólo vaciaron el cajón, quisieron llevarse hasta la última moneda”, brama un delegado de UGT. El de García de Paredes es un caso aparte. Su liquidación se realizó desde el banco ya nacionalizado con los nuevos gestores al mando. Incomprensiblemente le permitieron cobrar la indemnización de golpe y no mes a mes, como figuraba en su contrato. Aunque prometió devolver la mayor parte, el proceso judicial posterior bloqueó el reintegro. También congeló los planes de pensiones. Rodríguez Estrada, con 65 años cumplidos, es el único que lo ha sufrido en el bolsillo: no puede retirar los 8,1 millones de su fondo.

Julio Fernández Gayoso ya no organiza cenas multitudinarias

Julio Fernández Gayoso, jubilado en 2006, sí percibe los 689.000 euros anuales de su pensión. El próximo 8 de diciembre cumplirá 81 años rodeado de hijos y nietos en su casa del barrio residencial de Canido. Acostumbrado al coche oficial, que utilizaba hasta para recorrer la distancia que separa el centro social de la caja de la sede (tres minutos andando), no se le ha vuelto a ver en ningún acto social. Su mujer, Ana Mediero, tampoco ha tenido que aplicarse en la cocina este verano porque en su chalé junto al mar no se ha celebrado ninguna cena multitudinaria.

Nada que celebrar tiene Gayoso, que sin embargo, continúa eludiendo toda la responsabilidad en el fracaso de la fusión, algo que también le ocurre lo que a José Luis Méndez (exdirector de Caixa Galicia). Imputado por ser, supuestamente, “colaborador necesario”, para hacer la vista gorda sobre las modificaciones de contratos de los exdirectivos, se ha defendido argumentando que él no tuvo funciones ejecutivas, que carecía de poderes porque su cargo era “institucional y representativo”. No tomaba, dijo en su declaración ante una comisión en el Congreso, “ni una sola decisión personal porque no podía”. Una línea argumental que, según personas de su entorno, mantendrán sus abogados en los tribunales.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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