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XVII BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA

Un recuerdo tibio y encorsetado

Remedios Amaya, por tangos y acompañada de Raimundo Amador, quien, a continuación, tiró de familia para evocar básicamente a Pata Negra

Raimundo Amador interpretando un tema de Pata Negra.
Raimundo Amador interpretando un tema de Pata Negra.PÉREZ CABO

Mira que, artísticamente, la cosa empezó prometiendo. Un Diego Carrasco que, con ese tema homenaje que le compuso a su colega sobre unas bulerías de Cádiz, parecía convocar enérgicamente a una evocación viva del de La Isla. Pero fue solo un espejismo. La noche parecía que no se prestaba a una fiesta, alegre y bulliciosa, en homenaje a Camarón. Pesaba quizá el estreno de un inmenso auditorio donde al personal le costaba ubicarse y que ni el amplísimo protocolo de invitados que se supone –y que era bien visible- logró llenar. Además, allí no había prisas. El espectáculo estaba anunciado a las 22.00, pero pasaban los minutos y nada. El público inició las protestas al cuarto de hora y las repitió a la media. Mientras tanto, el respetable se entretenía en el repaso de famosos y celebridades que llegaban y se dejaban ver. Permítase la crónica social: hubo representación de la aristocracia, de la política, del arte, de la música. Y entre tantas presencias, alguna ausencia que se dejaba sentir, la del productor Ricardo Pachón, sin ir más lejos.

'Camarón 20 años'

Cante: Duquende, La Susi, Diego Carrasco, Remedios Amaya. Baile: Paloma Fantova. Artistas invitados: Arcángel, Raimundo Amador. Guitarras: Juan José Suárez 'Paquete', Jesús de Rosario. Percusión: Lucky Losada, Ramón Porrina. Palmas y coros: Simón Román, Enrique el Piculabe, Pedro el Granaíno. Bajo: Antonio Ramos 'Maca'. Teclados: José María Cortina. Dirección musical: Tomatito, Luis Monge, Juan José Suárez 'Paquete'.

Nuevo auditorio de Fibes. Miércoles, 12 de septiembre.

La función empezó por fin y, como se dijo, con buenas sensaciones en un primer momento. A favor estaba uno de los más grandes escenarios que los artistas participantes hayan podido conocer y que, no es cosa fácil, se encontraba bien iluminado, sin que se pueda decir lo mismo del sonido. Muy en contra, un estricto formato de gala que dejó cada actuación aislada y que no regaló apenas una sorpresa al personal. Es cierto que se prepararon transiciones con los temas más populares del cantaor y que para ellas se contaba con buenos artistas, sencillamente verdaderos cantaores de adelante que esa noche ocuparon un lugar secundario. La solidez rítmica también estuvo garantizada con excelentes profesionales. Un atrás de lujo venido, por cierto, todo de Madrid. Aun así, queda un tibio recuerdo de una noche a la que solo salvaron destellos individuales.

Remedios Amaya, por tangos y acompañada de Raimundo Amador, quien, a continuación, tiró de familia para evocar básicamente a Pata Negra. Siempre es estimulante la frescura de ese Ay, José, yo te canto Camarón que levanta el ánimo. La Susi puso emoción y sentimiento con la difícil Nana del caballo grande. Ella nos llevó de la mano al recuerdo más cercano del artista, un guante que recogió Duquende, un cantaor cuyo timbre y eco tanto evoca a José. Lo hizo, además, con tangos camaroneros y, sobre todo, con la taranta y esa cartagenera de Chacón –Los pícaros tartaneros- que tan del gusto fue del de La Isla. La llegada de Arcángel nos trajo la Canastera y las cantiñas que Camarón dedicó a La Perla y a su madre Rosa. Ni siquiera la salida de Luis Monge, el hijo del homenajeado, acompañando a la guitarra a Bernardo lograron disipar la falta de una sorpresa cariñosa, estando quien estaba en la dirección musical, ni de un fin de fiesta coral que reuniera a tan buenos artistas para el recuerdo.

La vigencia de la figura de Camarón casi obligaba a la organización de la Bienal a incluir su recuerdo en el vigésimo aniversario de su muerte. La fórmula que se presentó distó bastante de la anunciada inicialmente. Su recuerdo merecía más, pero se comprenden las dificultades que conlleva cualquier iniciativa en torno al artista.

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