La asamblea constituyente del Área de Vigo confirma su defunción

El Área Metropolitana de Vigo quedó ayer constituida... para nada. La fecha que pudo ser “histórica” para los 14 municipios emplazados en el proyecto, como se dijo en la asamblea constituyente, acabó en “fiasco”, “esperpento”, como también se calificó en la reunión, o en “solemne entierro”, como interpretó desde fuera el alcalde de Vigo, Abel Caballero, el acto constituyente. Nada, por lo demás, que no estuviera anunciado y reiterado desde hace meses hasta la saciedad. Ningún socialista acudió a la convocatoria y ninguno de los 12 alcaldes asistentes —11 del PP y uno del BNG— se postularon para presidir el organismo, con lo cual se impide su desarrollo e incluso, como reconoció el regidor vigués, cualquier recurso, ya que “no hay actos jurídicos contra los que ir”.

Los populares se reunieron antes de la asamblea y, como no dieron cuenta de cuál había sido su acuerdo, sirvió para mantener un punto de intriga en relación a si, finalmente, alguno de los regidores se postulaba para presidir el Área. Luego se vio que no. El grueso de la sesión lo ocupó la letanía de los 35 asistentes —del total de 52 miembros de la asamblea— jurando o prometiendo su cargo de concejal del Área. Faltaron los socialistas de Vigo y Fornelos de Montes y otros tres concejales por causas de fuerza mayor.

“Que levanten la mano los candidatos a la presidencia”, pidió Arturo Grandal, alcalde de Salvaterra, que presidía la mesa de edad. Fue el momento más patético, esos segundos de silencio después de meses de ruido y furia, de 15 años de expectativas más o menos alentadoras pero orientadas siempre al bienestar ciudadano —por ahorros y mayor eficiencia de los servicios— como objetivo de referencia. Ese barco de ilusiones ciudadanas encalló ayer cuando nadie levantó la mano, y no porque no se advirtiera que navegaba claramente hacia las piedras. “¿Alguien quiere intervenir?”, preguntó Grandal con desgana.

Santiago Domínguez, concejal y portavoz del BNG en Vigo, se dirigió a la asamblea para evidenciar el “estrepitoso fracaso, la foto de la crónica de una muerte anunciada” que componía la reunión. “Entre ustedes y el PSOE la mataron”, dijo, aunque “el esperpento más grande es que el partido que aprueba la ley ni siquiera presente candidato” a presidir el Área. “No se respeta la democracia participativa”, prosiguió, para recordar que el PP no aceptó el rechazo a la ley del pleno municipal de Vigo pese a la permamente disposición nacionalista al consenso, piedra angular del organismo. “Es un fracaso del PP y del alcalde de Vigo por no saber liderar el consenso”, acusó Domínguez.

“Pero la pelota está en el tejado del PP”, añadió el nacionalista. “Toca modificar esta ley que ustedes, sin proponer presidente, acaban de decir que tampoco la quieren”. No establece la financiación, no define las competencias del Área ni vacía de contenido la Diputación, prosiguió, “porque no quieren dejar de hacer política clientelar” desde ella. “Solo queda derogar la ley e iniciar el trabajo con sinceridad para hacer otra para todos”, concluyó.

José Manuel Figueroa, el portavoz popular, cerró el acto acusando al PSOE y singularmente al alcalde vigués de no estar “a la altura de lo que merece esta ciudad” y de “dinamitar” el Área, que “no es un órgano de gobierno, sino de gestión”, según precisó, en el que ningún alcalde tiene prevalencia sobre los otros de acuerdo a una “ley aprobada democráticamente”. “El PP hubiera votado al alcalde de Vigo, que no está aquí por cobardía política”, dijo Figueroa, que tachó a Caballero como “el enemigo fundamental de Vigo”. “Esperemos que algún día cambie para que el Área Metropolitana pueda continuar”, dijo, ya que en el PP seguirán “con este compromiso”.

Caballero calificó la asamblea de “ridículo absoluto” y pidió “responsabilidades políticas” a Feijóo como “inmenso perdedor”. A su juicio, el conselleiro Alfonso Rueda, promotor de la ley, ha quedado “destruido políticamente” con los resultados. Afirmó que la Xunta “nunca buscó el diálogo” y que el “parón en seco” de ayer supone el final de “una dura batalla” que “ganó Vigo”.