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La sequía empieza en los pozos

La falta de lluvia obliga a los municipios que se abastecen de depósitos a restringir el agua

El río Ges, seco, a su paso por Sant Pere de Torelló.
El río Ges, seco, a su paso por Sant Pere de Torelló.ALBERT ALEMANY

“Si puedes, haz algo”, En abril de 2008, el entonces consejero de Medio Ambiente, el ecosocialista Francesc Baltasar, se encomendaba a la virgen de la Moreneta para lograr unas gotas de lluvia que calmaran la severa sequía que azotaba Cataluña. La situación, cuatro años después, dista de llegar al límite, pero la sequía vuelve a entrar a los hogares catalanes por el punto más vulnerable: los pozos.

Los municipios que se abastecen de pozos o ríos han visto como el descenso de los caudales hace peligrar el suministro de agua potable, y por ello desde julio se repiten los bandos de restricción de agua. “Tenemos noticias de que diferentes municipios, de forma preventiva, han activado restricciones locales en los usos de agua, dada la reducción de sus fuentes locales de suministro”, explica una portavoz de la Agencia Catalana del Agua (ACA). Municipios de Osona como Sant Bartomeu del Grau o Sant Pere de Torelló, por donde el río Ges baja seco, han emitido sendos bandos avisando de restricciones. También núcleos del Ripollès, como Molló, Vallfogona, o Santa Maria de Palautordera, en el Vallès Oriental.

Los pantanos, fuente principal de suministro de agua, resisten. Según los datos recogidos ayer por la ACA, la media del nivel de los embalses es del 68%. Niveles bajos, pero previstos en un verano seco, apunta la portavoz del ente.

Las lluvias no han llegado en agosto, y el agua no cae con regularidad desde abril

La causa de la aridez es la escasez de lluvias. En Cataluña ha llovido poco este verano, pero la situación es grave en la zona del Pirineo y el Prepirineo, y especialmente en les Guilleries y el Montseny. Las lluvias no han llegado en agosto, y el agua no cae con regularidad desde abril. El Servicio Meteorológico de Cataluña destacó en julio el “marcado déficit” de lluvias del Pirineo y el Prepirineo Oriental, zonas en las que julio acostumbra a ser pasado por agua en las tormentas veraniegas.

La situación recrudece la escasez de mayo y junio, meses en los que el Meteocat ya avisó de la sequedad que azotaba Cataluña. En el mapa que compara las lluvias mensuales con su media histórica, la zona del Pirineo y el Prepirineo Oriental está marcada en rojo: no ha llovido nada.

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La falta de lluvia se suma a las sucesivas olas de calor, que seguirán según anunció ayer el consejero de Interior, Felip Puig. Cataluña vive desde este viernes una nueva ola de calor que podría prolongarse hasta el miércoles y que se intensificará el fin de semana con temperaturas que superarán los 40 grados. La intensa calor y la aridez han obligado a elevar máximo nivel de alerta del Plan Alfa de prevención de incendios en 226 municipios. Nueve macizos han sido cerrados al acceso motorizado. Se prevé que los máximos incrementos de temperatura se producirán en las comarcas de Lleida.

El consejero apuntó que las altas temperaturas llegan en un momento en el que los bosques se encuentran en una situación "extrema" por la falta de lluvia acumulada. "Los bosques están fritos y muy muy secos", señaló Puig.

Si normalmente caen entre 900 y 1.000 litros por metro cuadrado en un año, en lo que va de 2012 han caído 300", explica el jefe de la oficina del Departamento de Agricultura en el Ripollès

La sequedad de los bosques y montes no solo es un problema por el riesgo de incendio: los ganaderos también lo sufren. “Tenemos un gran problema”, se lamenta al teléfono Enric Camprubí, ganadero del Ripollès, mientras de fondo suena el estruendo de los cencerros de sus vacas. La lluvia no ha abundado en las montañas y los valles de la comarca y los ganaderos son los primeros en notar los efectos de la sequía. "Si normalmente caen entre 900 y 1.000 litros por metro cuadrado en un año, en lo que va de 2012 han caído 300", explica Joan Casas, jefe de la oficina del Departamento de Agricultura en el Ripollès. “Este será un año malo”, vaticina.

La ganadería en esta comarca es sobre todo extensiva. El problema es que dar de comer a las vacas, ovejas y yeguas, acostumbradas a pastar a su aire en los campos, es este año más caro. Los ganaderos suelen llevar a los animales a los pastos altos y dejarlos allí hasta el otoño, cuando los sitúan en zonas más bajas. Es solo a partir de diciembre o enero cuando empiezan a alimentarlos con el forraje que compran o el que han recogido y acumulado durante la primavera. Pero este año ya casi no quedan buenos pastos. Están "quemados", en palabras de Casas.

Algunos ganaderos ya han empezado a "gastar" las balas acumuladas y se preparan para bajar al ganado. Otros están comprando balas de paja y pienso para aprovisionarse para cuando llegue el momento, como los ganaderos de Setcases. "Estamos preocupados", reconoce el alcalde, Carlos Fernández. "Yo suelo tener las vacas pastando hasta octubre o noviembre en la montaña, pero dentro de una semana las llevaré ya a Sant Joan de les Abadesses", se queja Camprubí. La falta de lluvia les va a obligar a comprar mucho más forraje que otros años. El precio del alimento ha subido "sobre un 30%", explica el ganadero, de 28 años. El resultado es que aumentarán los costes y los productores que viven del engorde y la venta de terneros tendrán dificultades. "Los abuelos que estén pensando en jubilarse lo harán este año", dice Camprubí.

En algunos pueblos, como Vallfogona de Ripollès, los ganaderos se han visto obligados a transportar cubas de agua hasta la montaña para poder dar de beber al ganado. La alcaldesa, Carme Freixa, emitió un bando en julio para pedir a los 230 vecinos (casi el doble en verano) que no rieguen sus huertos y jardines y que moderen su consumo de agua. "No puede ser que los ganaderos tengan problemas para dar de comer y beber al ganado y que cerca haya huertos espléndidos", argumenta Freixa. El pueblo bebe de tres fuentes naturales y una de ellas está a un quinto de su capacidad. El ayuntamiento gestiona la red y reparte el agua según la disponibilidad. También están buscando posibles fugas para optimizar los recursos. "La red es de finales de los 80", dice la alcaldesa.

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