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El nuevo festival ‘981’ programa al menos 12 artistas en A Coruña el 15 de diciembre

La ciudad gallega compartirá sede con Madrid y Londres

Cambia de nombre, reescribe el modelo y amplía su radio de acción pero no abandona el que hasta el adiós (provisional) de 2011 fue su cuartel general. El festival 981 regresa tras el parón dejando claro que no acaba de caer del cielo. Se llamará 981heritage y tendrá tres sedes: una en Madrid, otra en Londres y la tercera, la más grande, con una docena de artistas como mínimo, en Galicia. Será en el Playa Club de A Coruña, aunque por ahora el apoyo municipal es “nulo”. Habrá que esperar hasta el 15 de diciembre.

La primera parada será en Matadero (Madrid) el 9 de octubre. Al cartel le faltan todavía entre cuatro y seis nombres y tiene un pie, quizá uno y medio, en la electrónica. Estará el gallego Andrés Grobas (Judah), del colectivo Norweside, y junto a él tres proyectos británicos y otro de la orilla opuesta del Atlántico. Desde Brooklyn aterrizará Erika Spring, una de las tres patas de Au Revoir Simone, que debutó en solitario este año. Escocia aportará al DJ y productor Steve Goodman, alias Kode9, ilustrado impulsor del dubstep y autor de Memories of the Future (2006) y Black Sun (2011). Irlanda, al tarkovskiano dúo Solar Bears, compuesto por John Kowalski y Rian Trench. Y por último, desde Londres, Darren J. Cunningham (Actress), triturador de techno, house y r‘n’b.

Del 21 al 25 de noviembre, 981heritage recalará en la capital británica al amparo de la marca Spain Now! 2012. Para las sesiones en The Gallery Soho contará, a falta de completar la mano con cuatro o cinco cartas más, con el oscense Santiago Latorre, un desertor del jazz que ha hecho fortuna con la tecnología, como prueba su segundo disco, Eclíptica (2011); el gallego Diego Cobo, alias Mwëslee, parte del colectivo vigués Arkestra; la londinense Merrisa Campbell (Cooly G), una de las DJ y productoras lanzadas por Kode9 a través de su sello Hyperdub, cuyo reciente Playin’ Me (2012) ha recibido la bendición de la crítica; y Old Apparatus, nombre bastante elocuente para un cuarteto de creadores audiovisuales fascinados por la cacharrería y el panteón analógico.

El cartel gallego todavía se va a hacer esperar. Dependerá, según la organización, de lo que haga el Ayuntamiento: si dedica “al único festival que queda en la ciudad” parte de las atenciones que en su día mereció Sónar Galicia, la oferta será más ambiciosa; si no, dicen, habrá que apretarse algo el cinturón.

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