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EL PP BUSCA UN SALVAVIDAS ELECTORAL

Feijóo y la encrucijada de Touriño

El presidente sopesa adelantar las elecciones con encuestas que dibujan un escenario abierto Como a su antecesor, Madrid le urge a convocar cuanto antes

Alberto Núñez Feijóo en su escaño del Parlamento el pasado mes de marzo.
Alberto Núñez Feijóo en su escaño del Parlamento el pasado mes de marzo.ANXO IGLESIAS

Cuatro años después, un presidente de la Xunta vuelve a debatirse entre la idea de adelantar elecciones o acabar devorado por una crisis que tritura gobiernos, del color que sean. Una legislatura más tarde, otro jefe del Ejecutivo gallego sigue repasando encuestas internas mientras desde Madrid recibe constantes recados de que lo mejor sería pasar por las urnas cuanto antes.

En la misma silla que estaba Emilio Pérez Touriño el verano de 2008 se sienta ahora Alberto Núñez Feijóo, quien, además de aquellos lujosos muebles que alimentaron su campaña electoral, ha heredado un dilema: convocar elecciones en el último trimestre del año apelando a un mero adelanto técnico pero arriesgándose a que España sea rescatada y a nuevos y brutales recortes en política social o agotar la legislatura cuando todos los indicadores macroeconómicos insinúan que para entonces el país estará peor como consecuencia de los tijeretazos que ahora se aplican.

Al igual que el presidente socialista, mientras decide, también su sucesor se esfuerza en subrayar las ventajas comparativas de Galicia frente al resto de comunidades. Touriño presumía del “plus de resistencia” de la economía gallega, Feijóo repite que su comunidad “es la más solvente de España”. Pero la calle no entiende de consignas y en Galicia la economía se desploma, el paro crece por encima de la media (azota ya a 276.000 personas) y el índice de producción industrial sigue en caída libre, a la espera de ver si el publicitadísimo acuerdo con PEMEX se traduce por fin en carga de trabajo para los astilleros. Los socialistas repiten estos días un dato demoledor: según la encuesta de población activa, Galicia pierde tantos ocupados como el resto de España (17.000).

En este contexto, los sondeos internos, los que manejaba el PSOE en 2008 y los que ojea ahora el PP, pronostican lo mismo: que se puede perder el Gobierno, que hay bolsas de indecisos del 50% cuyo voto es una incógnita y que crece la desafección hacia la política y las siglas tradicionales. A la espera de ver si sigue el camino de Touriño y estira el mandato hasta el final (febrero de 2013), el presidente gallego de momento ha tomado el ejemplo de Fraga, quien en 1992 decidió cambiar unilateralmente la ley electoral y aumentar del 3% al 5% el porcentaje de votos mínimo para que un partido pueda tener escaño en el hemiciclo.

Como su antecesor, el líder del PP alude a la “mejor situación” económica de Galicia

Con el argumentario del ahorro y la austeridad siempre a mano, la semana después de invertir un millón de euros en una campaña publicitaria para insuflar “optimismo” sobre la economía gallega, el presidente ha decidido que la reducción del número de diputados ya no puede esperar más. Y ha remitido una propuesta al resto de partidos que pasa por suprimir 14 escaños, de los que solo cuatro se perderían en Ourense y Lugo, las provincias menos pobladas y a la vez, los principales graneros del PP. El presidente provincial de Ourense, José Manuel Baltar, en la diputación y en el partido, ya se ha apresurado a decir que la idea le parece bien. Si se lleva a cabo, Feijóo dependerá todavía más de ese feudo para revalidar la Xunta y el aspirante a barón apuntalará una fortaleza en el partido que todavía es heredada de su padre.

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Las extrapolaciones de voto respecto a las elecciones de 2009 no se han hecho esperar: con el mismo resultado, los populares obtendrían no uno sino tres escaños sobre PSdeG y Bloque. Pero el número dos del partido y de la Xunta, Alfonso Rueda, pide a la oposición que “no haga cálculos electorales” y “piense en la cantidad de guarderías que se podrían crear”.

La respuesta de socialistas y nacionalistas fue primero hablar de pucherazo y golpe de Estado. Y después plantear alternativas que suponen un ahorro superior al que pretende la Xunta, como bajar el salario de los diputados un 20%, tal y como sugirió el parlamentario nacioanalista Bieito Lobería. La Xunta ni siquiera las ha tenido en cuenta. Otras fuerzas extraparlamentarias con posibilidades de entrar en la Cámara, a las que el PP no envío su propuesta, exigen también ser escuchadas en un momento en que crece la distancia de la sociedad con los grandes partidos que pagan sus responsabilidades de Gobierno, actuales o pasadas.

Algunos barones populares pidieron convocar con las elecciones andaluzas

La de la reforma de la ley electoral es la última sorpresa que sale de la chistera del presidente. Antes hubo otras, como el anuncio rimbombante de las fusiones municipales que tanto éxito deparó en los titulares del día después al debate del Estado da Autonomía de febrero, una vez que el presidente de la Diputación de A Coruña, el popular Diego Calvo, logró convencer a sus alcaldes de Oza y Cesures. El comienzo de la nueva era que anunciaba la Xunta a bombo y platillo lo frustraron pronto los propios alcaldes del PP en una rebelión interna que obligó a la cúpula del partido, incluido el propio Feijóo, a matizar muy mucho su discurso.

Sin Gobierno de Zapatero al que culpar de todos los males de Galicia, Rueda y el propio Feijóo aluden ahora a “las decisiones dolorosas que a nadie le gusta tomar” y pasan de puntillas sobre medidas como el fin de la subvención de las autopistas, que en el contexto anterior hubieran supuesto la enésima cruzada contra el Ministerio de Fomento. De aquellos plazos del AVE que se fiscalizaban semanalmente apenas queda el vago compromiso de que será el presidente, Mariano Rajoy, quien dé una fecha aproximada a lo largo del verano. Según el conselleiro Agustín Hernández, el que apuntaba son sus cronogramas a José Blanco, se trata de no generar “más falsas expectativas”. De los recursos al Tribunal Constitucional que la Xunta presentaba contra el Gobierno socialista se ha pasado ahora a lo que la prensa afecta denomina “sí crítico” de Feijóo al Gobierno de Rajoy, medidas que supuestamente no gustan pero que se aceptan “por responsabilidad”.

Sin enemigo exterior al que culpar del desastre, ahora que la coartada de la herencia recibida empieza a hacer aguas entre una ciudadanía a la que tanto él como Rajoy prometieron soluciones, Feijóo debe tomar la decisión clave de la legislatura. Si hubiese atendido el criterio de algunos de sus barones, habría convocado coincidiendo con las andaluzas. Pero él repite que no está para pensar en los intereses partidistas sino en el bien de Galicia. Lo mismo que decía Touriño hace ahora cuatro años.

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