Trampa mortal en el Montgrí
Hallado en una estrecha cueva, a 45 metros de la entrada, el cadáver de un submarinista El buceo en la Costa Brava vive su año más negro, con siete muertos
En las entrañas del macizo del Montgrí, entre L’Escala y L’Estartit, en una angosta cueva sin señalizar que no aparece en los mapas. Allí encontraron ayer, a 45 metros de la entrada, los efectivos de la Guardia Civil el cuerpo del submarinista español de 51 años desaparecido el miércoles cuando exploraba el fondo marino junto con su hijo y dos acompañantes. Los miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) aseguraron ayer la peligrosa ruta para rescatar el cadáver y hoy intentarán llevarlo a tierra.
Michel Astor, de 51 años, salió el miércoles por la mañana junto con su hijo y otros dos buceadores, un suizo y un español, desde L’Escala para practicar espeleo-buceo, la exploración de cuevas submarinas. Fueron primero a la cueva de las Vetes, una cavidad muy visitada y apodada “la catedral”. No tuvieron problemas hasta que decidieron explorar otra cueva estrecha y desconocida con una entrada de no más de 80 centímetros de ancho y 120 de alto. No llevaban el material adecuado ni tenían conocimientos para moverse por cuevas “de techo bajo”, según los guardias civiles que llevan el caso.Fernando Aguirre, jefe del GEAS en Girona, opina que el grupo cometió una grave “imprudencia” que pagó muy cara.
La piedra calcárea de la zona hace que las cuevas sean muy numerosas en el Montgrí y las islas Medes. El fondo, compuesto de limo y sedimentos, puede convertirse en peligroso si se reduce la visibilidad casi totalmente al ser removido por las aletas de los submarinistas. La Guardia Civil encontró el cuerpo de Astor hundido en un cráter de lodo de tres metros de profundidad. La botella aún tenía aire.
Cada año se realizan 300.000 inmersiones en la Costa Brava, según las cifras de la Guardia Civil
El lugar presenta tan difícil acceso que los dos agentes que intentaron entrar el miércoles tuvieron que dar la vuelta tras progresar 25 metros y decidieron avisar a los especialistas en espeleo-buceo de la Guardia Civil. Tras localizar el cuerpo, el trabajo para sacarlo de la cueva será complicado. “Ahora viene lo más difícil”, reconoce Fernando Aguirre. La sinuosa galería tiene en sus zonas más amplias dos metros de alto y 1,60 de ancho. En otras, no alcanza los 80 centímetros. En 2006, los efectivos de rescate tardaron 20 días en recuperar el cadáver de un submarinista atrapado en otra cueva.
En los últimos cuatro meses, siete submarinistas han fallecido en la Costa Brava. “Ninguna de las muertes se debe a fallos de seguridad de los centros de buceo”, destacó Aguirre. El pasado 12 de julio fue un día fatídico: tres accidentes acabaron con un muerto y tres heridos. Ese día los técnicos del parque natural del Montgrí y las Islas Medes, que gestiona las actividades de buceo, decidieron no otorgar más licencias. Pero la costa de Girona no es más peligrosa que el resto. En los últimos 14 años, la media de accidentes mortales ha sido de 2,5 al año, cifra similar a la de otros lugares. Cada año se realizan 300.000 inmersiones en la Costa Brava, según las cifras de la Guardia Civil.
“Las inmersiones no son peligrosas, pero siempre hay un riesgo que se tiene que minimizar”, afirma Antoni Murray, de la Asociación de Centros de Buceo de la Costa Brava. Para ello, hay que “conocer los propios límites” y estar preparado físicamente.
Los buceadores deben poseer el título y un seguro. Pero la peligrosidad de la inmersión la marcan muchos factores: algunos externos, como las corrientes, el estado del mar y la dificultad de la zona, y el resto, individuales, desde la experiencia hasta la edad. La ley establece que no se puede practicar buceo si la marejada impide maniobrar a la embarcación o hacer la parada de descompres-ión en la cota correspondiente. “A partir de ahí, lo que cuenta es la formación del buceador”, dice Aguirre. Por eso el parque es reacio a intervenir en la actividad, supervisada por los responsables de los centros de buceo y los patrones de los barcos, explica Álex Lorente, técnico del parque.
Los especialistas intentarán hoy rescatar el cuerpo del submarinista. Para hacerlo, se servirán de un hilo reforzado que les marca el camino y les conecta con el exterior de la cueva. Lo llaman la línea de vida o el hilo de Ariadna.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.