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CONCIERTOS

Bob Dylan posa en la Bilbaína

La revista ‘Rolling Stone’ realiza un reportaje del músico coincidiendo con su actuación en Bilbao Antes del concierto visitó la exposición de David Hockney en el Museo Guggenheim

Bob Dylan, ayer, en el centro del escenario durante el concierto que ofreció en la explanada del Guggenheim.
Bob Dylan, ayer, en el centro del escenario durante el concierto que ofreció en la explanada del Guggenheim.TXETXU BERRUEZO

¿Bob Dylan en un club que exige vestir corbata para entrar en sus rancios salones? Sí, en Bilbao coincidiendo con el concierto en la explanada del Museo Guggenheim, la primera de las tres citas en España de The Never Ending Tour, su gira sin fin que este verano pasa por España. La revista americana Rolling Stone contará en su número de octubre con un reportaje dedicado a Dylan, realizado en Bilbao por el fotógrafo Sam Jones. La jornada anterior al concierto que ofreció ayer en la explanada del Museo Guggenheim estuvo dedicada a la realización de una de las contadas sesiones de fotografía que Dylan — reservado y hermético para unos, hosco y huidizo para otros— ofrece a los medios de comunicación. Jones, un especialista en plasmar a las estrellas de la música, eligió la seriedad y el clasicismo de los salones de la Sociedad Bilbaína como escenario fundamental para retratar al autor de Blowin´ in the wind.

Los socios que pasaban la tarde de la Bilbaína observaron el martes por la tarde más movimiento del habitual en los salones. Un hombre entrado en años con la cabeza cubierta como un adolescente por la capucha del jersey llamó su atención. Era Dylan, dispuesto a someterse a una larga sesión frente a la cámara, sin tener en cuenta que las reglas del club exigen llevar chaqueta y corbata. Acompañado por un equipo de una decena de personas, el músico llegó a la Bilbaína a primera hora de la tarde. La sesión de fotos les llevó por el vestíbulo principal del club y los salones del billar y el ajedrez. También trabajaron en exteriores, como la estación de FEVE.

En total el equipo del reportaje de Rolling Stone dedicó cerca de cuatro horas a realizar fotografías en la Bilbaína. Dylan se cambió varias veces de traje y no olvido cubrirse la cabeza con sus característicos sombreros. Ya lo dijo Bono hace más de 20 años: le sientan bien los sombreros, y por raro que sea o lejos que esté el sitio en el que vives, una noche irá a tocar allí.

Cerca de 7.000 personas asistieron a la actuación junto al Guggenheim

Dylan accedió a dejar constancia de su paso por la Sociedad Bilbaína firmando en el libro de honor del club. Entonces se pudo ver un atisbo del sentido del humor de la superestrella. Los testigos le escucharon preguntar “en tono jocoso” si podía hacerse socio e interesarse por las pinturas que se exhiben en su sede. La dirección del club le entregó como recuerdo un catálogo de su patrimonio artístico y otro libro sobre cartografía.

Ayer por la tarde el músico dedicó un rato a visitar el Guggenheim, interesado por la obra de David Hockney, a quien siente cercano al estilo de su propia pintura. El resto del paso de Dylan por Bilbao alimenta la leyenda que rodea al músico, un mito de la segunda mitad del siglo XX. Lo que hay que saber sobre la estrella, se comunica sobre el escenario. La cita fue junto al Guggenheim, en un concierto que se inscribió en los actos de celebración de su 15º aniversario, en el mismo lugar donde anteriormente tocaron Björk, o Arcade Fire.

Austero en las formas y profundo en los mensajes, como le definió el jurado que le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Dylan arrancó el concierto de Bilbao colocándose tras los teclados para interpretar Leopard-Skin Pill-Box Hat, una canción de 1966. Aún desde la última grada, se distinguía su inconfundible figura, con sombrero blanco, chaqueta negra y lazo al cuello, inseparable de su voz cascada. La música empezó a sonar apenas diez minutos después de las nueve de la noche, con el último rayo de sol (y el único de un día de sirimiri) rebotando sobre la fachada de metal del Guggenheim. El público, mayoritariamente maduro, seguía entrando en el recinto mientras Dylan desgranaba su repertorio. Cerca de 7.000 personas siguieron la actuación.

La gira seguirá en Benicàssim y Cap Roig y el 20 de julio llegará a Bayona

Para los promotores del concierto, Last Tour International, montar el concierto de Dylan es una tarea sencilla. “Las exigencias de potencia e iluminación son normales; la excepcionalidad está en su personalidad”, reconoce su director, Alfonso Santiago. “La discreción y el respeto a su intimidad no son exigencias del artista. Simplemente, buenas prácticas”.

Dylan no actuó en España hasta 1984. En los últimos años, en cambio, se está convirtiendo en un visitante ocasional. Otro 11 de julio, hace seis años, su voz oscura sonó en la playa de la Zurriola, en San Sebastián, ante cerca de 50.000 personas en un concierto por la paz, en el que también actuó, entre otros, Mikel Laboa. En 2010, fue el broche de oro del festival Azkena Rock, en Vitoria. Su gira sin fin continúa con citas en Benicàssim y Cap Roig, antes de seguir su periplo por Francia la próxima semana. Quienes se hayan perdido el concierto de ayer vuelven a tener otra oportunidad a menos de 150 kilómetros de Bilbao: Dylan tiene previsto tocar en Bayona el próximo 20 de julio.

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