Campeones... como linces
Los más pequeños del equipo de rugby de El Liceo, el más laureado de Madrid, también ganan
Un campeonato de España en la categoría de linces (5 y 6 años) y tres subcampeonatos de España; cuatro campeonatos y tres subcampeonatos de Madrid. Esta ha sido la cosecha de títulos de los 22 equipos que conforman este club de rugby fundado en 1969 en el barrio madrileño de Hortaleza. Desde los juveniles sub 20 hasta los conocidos como linces —los más pequeños—, unos 450 chavales juegan a este deporte con el escudo del Club Liceo Francés de Madrid, que —como su nombre indica— está vinculado con este colegio elitista, que presta sus instalaciones, y lo más importante de todo, le ha insuflado su filosofía gala: “El éxito de los equipos a los que llamamos la escuela, que van de los 5 a los 14 años, se debe a los valores de la filosofía francesa. La dirección deportiva del club tiene claro que no hay que cegarse por ser competitivos. El fin no es ganar sino desarrollar a los niños. Es más el proceso que el resultado. Y es evidente que al final los resultados llegan”, explica Alfonso de la Cruz, entrenador y jugador de la escuela, que es licenciado en INEF.
Esta filosofía ha logrado que la pasada temporada el Liceo haya sido el equipo madrileño más laureado: “Es como la pescadilla que se muerde la cola. Los chavales llevan el escudo del club y se sienten identificados. Somos un club con fuertes vínculos con Francia, pero estamos aquí en Madrid. El equipo es independiente del colegio. Y no solo hay chicos del colegio, sino que también está abierto a otros del barrio y de cualquier otra parte”, resalta De la Cruz.
"El fin no es ganar, sino el desarrollo de los niños", dice el entrenador
Pero este fuerte vínculo con el centro hace que en las edades más tempranas, la mayoría de jugadores sí sean de El Liceo, ya que el centro ofrece esta actividad deportiva como una más dentro del currículum escolar. Pero conforme van creciendo, el número de personas no vinculadas al centro va aumentando, hasta llegar a un equilibrio. Alfonso de la Cruz, que además de jugar entrena a los que en el argot del rugby se llama jabatos, que son niños y niñas de entre 7 y 8 años, recuerda que el rugby, al contrario de lo que se puede llegar a pensar, no es un deporte violento: “Sé que algunos padres tienen reticencias a apuntar a sus hijos a rugby. Pero es por desconocimiento. Es un deporte de contacto, como pueda ser el yudo o el balonmano, pero no violento. Cuando juegan no se hacen daño, ya que el reglamento apuesta por su seguridad. Pero sí que es muy exigente”.
Para practicar este deporte, que en países como Nueva Zelanda supera al fútbol en presencia, hay que estar en forma: “Tienes que tener una buena preparación física, pero este deporte permite que cualquier niño pueda disfrutar”, dice De la Cruz. “Desde los pequeños ágiles y rápidos, a los más gorditos, que son más fuertes. Es un deporte muy integrador”. Por todo ello, este joven entrenador anima a todos los padres a que pierdan el miedo al rugby y apunten a sus hijos: “Es un deporte maravilloso en el que prima los valores de unión y de respeto al contrario”.
Para reforzar el vínculo con el país vecino, el club inició la temporada pasada el programa Horizonte Francia. De esta forma varios clubes galos vinieron a Madrid a jugar con los integrantes del liceo, que después les devolvieron la visita: “Fuimos en invierno con chavales de entre 8 y 14 años al País Vasco francés. Fue una gran experiencia, nos alojamos todos juntos, y esto para estos jóvenes es una experiencia inolvidable, pues probablemente es la primera vez que se alejan de sus padres”. En la temporada pasada fueron a Valencia, Francia y a Valladolid, al campeonato de España. “Eso aumenta la autonomía y la responsabilidad de los chavales”, termina orgulloso de la Cruz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.