Fausto Galdo, el médico humanista
Fue jefe de servicio en el CHUAC de A Coruña muchos años. Hay quien no arriesga nada y hay quien se empeña
“Fausto es un amigo”. Quince años por delante, también es como un hermano . Alguien que te aconseja y reconforta, sabe cuándo es la ocasión. Fue jefe de servicio en el CHUAC de A Coruña muchos años. Hay quien no arriesga nada y hay quien se empeña. Su empeño fue hacer un equipo de médicos que amasen su profesión y con espíritu de mejorar, y posicionar a la reumatología de nuestro hospital en el mapa de España y del mundo. No es poco, pero creo que lo ha conseguido.
Es el maestro de más de treinta generaciones de reumatólogos que nos hemos formado a su alrededor, treinta, y nos facilitó que pudiésemos volar de forma independiente. Los buenos maestros se divierten con su trabajo y tienen un estilo personal. Fausto se divirtió enseñándonos desde cómo hacer el nudo de la corbata, hasta hacernos asumir que la medicina tiene básicamente una función parental, que la vida hay que vivirla, a degustar una comida y elegir un vino. Y, naturalmente en un médico humanista, también nos aconseja sobre la lectura de obras literarias.
Al inicio de mi formación como especialista me sorprendió comprobar que durante la consulta médica se interesase tanto por los problemas de la enfermedad de sus pacientes como por la vida de los mismos. Asombraba que les preguntase a los pacientes cómo iba el tractor, la cosecha, o los estudios o matrimonios de los hijos, con ello creaba un contacto humano con los pacientes que perdura en el tiempo. Cuidar al paciente es colocarlo en el foco de atención. Siempre nos transmitió que el cuidado del paciente se basa en ayudar a alguien que no puede cuidarse a sí mismo con el objetivo de que sea independiente. Tuvo una especial atención a los trabajadores de la “casa” (el hospital es una casa familiar habitada por una multitud). Consultaba por igual a sus propios colegas, a enfermeras, celadores, secretarias, cocineras, y personal de mantenimiento, y todos ellos acudían a su consulta cuando lo necesitaban.
Peldaños
Viveiro, 1944.
1972. Especialista en Reumatología. Hospital Clínico de Barcelona.
1994. Doctor en Medicina.
2001. Miembro de la Real Academia de Medicina e Cirurxía de Galicia.
Jefe del Servicio de Reumatología del hospital de A Coruña hasta 2011. Fue presidente da Sociedade Galega de Reumatoloxía.
2008. Académico Correspondente da Real Academia Galega.
Ha escrito, entre otras obras, Historia de las aguas minerales en Galicia y Quinientos años de reumatología en Galicia.
Es un alma libre que dice lo que piensa. Esto a veces es difícil de llevar y encajar. Alejado de la cultura del desánimo, Fausto siempre tiene un motivo para hacer cosas y no perder el tiempo con preocupaciones innecesarias. Galleguista convencido y comprometido, es impulsor en 1995 de la formación del grupo de apoyo a la lengua gallega en nuestro hospital. Desde entonces y de forma continuada, organizador del día de las "letras galegas" por las que han pasado entre otros: Isaac Díaz Pardo, Manuel María, Manuel Rivas o Suso de Toro. Para finalizar sus cartas y antes de su firma: “Desde a irredenta terra”.
Fausto Galdo es gran comunicador y tertuliano, porque para él la conversación es crear y repartir humanismo, y eso se debe a que es un lector empedernido y posee una enorme memoria. Sabemos de antemano que, al regalarle a Fausto un libro, siempre acertaremos, porque le gustan, disfruta viéndolos, leyéndolos, tocándolos… dice Carlos González Guitián, bibliotecario de nuestro hospital y uno de sus innumerables amigos. Esta afición de Fausto por los libros se abriga en su excelente biblioteca en la que es posible encontrar obras de literatura, arte y una importante sección dedicada a Galicia, a Viveiro, a la gastronomía y a la hidrología médica.
Cuida y cultiva a su gran cantidad de amigos, aunque su familia ocupa un gran espacio en su vida. Hablar de Fausto sin hablar de su familia sería incompleto. Defiende con gran orgullo su pertenencia a un clan: los Galdo. Despidámonos como le gusta a Fausto: ¡Voso e da terra!
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