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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Adónde vas, arquitectura catalana?

A pesar de la crisis, el panorama de la arquitectura es creativo y variado, con ánimo de diálogo y una ética compartida

Recurrentemente la arquitectura catalana se mira a sí misma para intentar detectar hacia dónde va y cuáles son sus características del momento. Hoy hay dos datos nuevos: la profunda crisis en la que tanto tiene que ver la pésima gestión del suelo, la vivienda y las infraestructuras, y la entrada de una nueva generación de jóvenes arquitectos que, ante el casi total abandono institucional, han decidido organizarse en colectivos y desarrollarse en actividades varias.

Los intentos de diagnóstico son muy diversos en estos tiempos de masificación. La generación que ha eclosionado tiene muchos protagonistas y, por ello, la podríamos denominar Pecha Kucha, ya que el tiempo que le corresponde a cada uno para explicarse, al ser tantos grupos, son los pocos minutos de las sesiones contemporáneas de diseñadores. Ante tal dispersión nadie quiere aventurarse a teorizar excesivamente, aunque se detecten rasgos y se hagan propuestas. Así, proliferan las selecciones de obras para exponer, desde la que el grupo Materia Sensible presentará en el Colegio de Arquitectos a partir del 5 de julio, hasta la selección que representará a Cataluña en la próxima Bienal de Venecia, a partir de finales de agosto.

En este sentido, la que nos representará oficialmente a través del Institut Ramon Llull y por selección de Jordi Badía y Félix Arranz, va a ser eficaz para transmitir una idea: tendemos hacia una arquitectura más permeable, táctil y de sentido común, que toma referentes en obras de Josep Maria Jujol, Enric Miralles o Alfons Soldevila. Sin embargo, no parece cierto que lo que resuma la condición actual sea la caja individual, la colección de nueve objetos que se van a presentar. Posiblemente lo que predomina es lo contrario: la disolución del objeto, tanto en el tejido urbano como en el paisaje, en una tradición arquitectónica que ha primado la escala del urbanismo y que ha sido pionera en proyectos de espacio público y en un nuevo paisajismo. Lo que practican, precisamente, los equipos de jóvenes arquitectos es hacer menos proyectos convencionales y más actividades.

Han entrado nuevos referentes, posiblemente el más presente sea el suizo Peter Zumthor

El panorama, a pesar de la crisis, no puede ser más creativo y variado. Desde grupos que han optado por la pedagogía y los itinerarios —el equipo de Eva Serrats y su Arquitectura Reversible, o Globus Vermell—, grupos y personas que se han centrado en blogs y actividades —Ojo Cónico, dedicado a programación audiovisual, El Bloc de Ana María Álvarez, Arquilecturas de David H. Fálagan, dpr-barcelona de Ethel Barahona y César Reyes—, colectivos que ofrecen servicios y actividades —como AAABarcelona— y grupos de debate como Trueques, hasta grupos polifacéticos y activistas como Straddle 3, que forma parte de la órbita de Santiago Cirugeda y Arquitecturas Colectivas; como el Col·lectiu Punt6, por la igualdad de género; como Raons Públiques, especializados en participación, o como LaCol, una veintena de jóvenes que han tenido un papel relevante en la recuperación de Can Batlló.

Hay ciertas coincidencias en quiénes son los referentes. Lo continúa siendo Enric Miralles, y la apertura de su fundación el pasado 21 de junio va a dar continuidad a esta influencia, y el equipo RCR de Olot, protagonistas del próximo número de la madrileña El Croquis. Y han entrado nuevos referentes, posiblemente el más presente sea el suizo Peter Zumthor. La mayoría de estos grupos combinan la economía de medios, la proximidad con los usuarios y la sensibilidad por lo local con la utilización de las TIC en unos grupos y actividades que están, esencialmente, en red y con relación a lo global, según una estructura rizomática.

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A pesar de la diversidad en los hijos e hijas, nietos y nietas, de las generaciones anteriores, sigue predominando un espíritu de diálogo, un cierto aire de familia, de pragmatismo, de posición ética compartida, de saberse medir con el medio y de simpatía por la realidad que, curiosamente, sigue caracterizando a nuestra arquitectura, sea de la escala que sea y esté en una época de bonanza o de crisis. Sin embargo, la novedad es que los miembros más lúcidos de esta generación, por primera vez, igual que los indignados, esperan ya muy poco de las instituciones y de los políticos, y se están organizando para afrontar los nuevos tiempos.

Josep Maria Montaner es arquitecto y catedrático de la ETSAB-UPC.

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