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foro Publikoa

¿Es la cultura un derecho?

Blanca Urgell advierte del peligro de ahogar los valores culturales con criterios economicistas e identitarios Agentes sociales debaten en Bilbao las formas de acceso

La consejera Blanca Urgell, ayer, en Bilbao ante la mesa redonda en la que participaron (de izquierda a derecha) Fran Lasuen, Luisa Etxenike, Marisol Garmendia, Santi Burutxaga y Ricardo Antón.
La consejera Blanca Urgell, ayer, en Bilbao ante la mesa redonda en la que participaron (de izquierda a derecha) Fran Lasuen, Luisa Etxenike, Marisol Garmendia, Santi Burutxaga y Ricardo Antón.SANTOS CIRILO

La consejera de Cultura, Blanca Urgell, defendió ayer la protección de la cultura en época de crisis para evitar el riesgo de que se ahogue entre “criterios economicistas e identitarios”. Urgell planteó ante los agentes culturales y políticos reunidos en el foro de debate Publikoa, impulsado por el Partido Socialista de Euskadi, la utilización de la cultura como herramienta para “hacer país”. “La cultura puede ayudarnos a superar en parte esos problemas de identidad mal entendida y de déficit de ideas al margen de los siempre fríos números de la crisis”, dijo.

La consejera subrayó que concibe la cultura como un derecho, no como un lujo del que pueda prescindirse en época de estrecheces. “La cultura es un derecho de los ciudadanos cuyo acceso debe ser identificado y preservado por parte de las instituciones”, señaló. Con este horizonte habló Urgell del proyecto de ley vasca de Acceso a la Cultura, un proyecto que no ha entrado en el calendario legislativo del Gobierno. El texto se encuentra todavía en una primera fase de borrador de trabajo, presentado la pasada semana al pleno del Consejo Vasco de la Cultura, y no tiene posibilidad de ser aprobado en el tramo que resta de legislatura.

Con el objetivo de “defender a la cultura de la tristeza de la crisis y de la soberbia de los números”, en palabras de Urgell, Publikoa reunió a agentes culturales en Bilbao para hablar del acceso a la cultura y la difusión del patrimonio, en un debate en el que sobrevoló la necesidad de cimentarlo sobre la educación. En el plano más teórico, el gestor cultural Santi Burutxaga abogó por una cultura universal, ni elitista ni de simple consumo, que con un carácter social defienda la igualdad y la equidad. “No prestar atención a la cultura facilita los totalitarismos”, recordó. En su opinión, la Administración ha asumido en los años de bonanza el doble rol de creador de equipamientos y gestor de la programación, y ahora se requiere una actuación más realista que acabe con ese papel omnipresente y apueste por la creación dejando paso a los agentes de la vida cultural. La escritora Luisa Etxenike reivindicó el fomento de la educación y el conocimiento y disfrute de la cultura con tiempo, sin caer en la “espectacularidad efímera”. Etxenike defendió que el acceso a la cultura requiere que se alienten la curiosidad, la atención y la admiración y, como “no está de moda”, añadió, “la disposición de ir contracorriente”.

“No está de moda y hay que ir contracorriente”, dice Luisa Etxenike

El músico Fran Lasuen criticó la perdida del valor social de las artes, del artista y de su obra en un contexto de cultura Kleenex, dijo, de “usar y tirar” en la que pesa más “el evento que las actividades continuadas que son capaces de crear hábitos”. En un contexto de “dirigismo cultural” lamentó la pasividad de la ciudadanía. “No hay un público con capacidad crítica”, aseguró. Lasuen dibujó una cultura de concepción humanista, que conceda al individuo herramientas para forjar un espíritu crítico y le permita disfrutar de la belleza y entender mejor la vida. “El acceso a la cultura debiera llevar implícita la participación”, señaló. “Hace falta conocimiento, el punto de partida es la educación”.

El gestor cultural Ricardo Antón habló de descentralización de los modelos culturales y de la colaboración directa entre personas a un mismo nivel para fomentar la creación en lo que denominó “ecosistemas para imaginar, mezcla de espacios físicos y virtuales”. “Hay que colaborar e hibridar, generar entornos en los que surjan cosas nuevas”, defendió. “Crear redes que no dependan de las instituciones, autónomas pero interdependientes”.

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Las distintas facetas del patrimonio cultural, desde la protección de los bienes de valor arqueológico a la literatura y la lectura, cerraron el debate. El arqueólogo Agustín Azkarate, director del centro de investigación Zain, apoyó la búsqueda de nuevas fuentes de recursos para la protección del patrimonio, a la vista de que los fondos públicos no pueden cubrir las necesidades. Para el desarrollo de los museos, el director del Museo Balenciaga, Javier González de Durana, apuntó al ensanchamiento de los públicos manejando el entretenimiento y la espectacularidad “sin complejos”.

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