Las rebajas de verano más esperadas pinchan por la lluvia

Con lo que ha costado este año que llegara el verano, irrumpe a media semana en forma de ola calor, y va y justo el día que arrancan las rebajas las temperaturas caen 15 grados y llueve. Bajo el paraguas llegaron ayer los esperados descuentos —más que nunca por la crisis— y ya lo dice el refrán catalán: Calles mojadas, cajones vacíos. Aunque en los tiempos que corren, la jornada tuvo dos fotos. Una, la de los ejes comerciales de los barrios, que pincharon por culpa del tiempo y donde los pocos que abrieron se arrepintieron. Y dos, los centros comerciales, ajenos a la climatología y hasta los topes por el tirón de tiendas como Zara, H&M, Primark, Ikea y Decathlon. A media mañana había una larga cola de coches cargados de familias para entrar en los aparcamientos de Glòries, Diagonal Mar y la Maquinista. En el caso de Barcelona, la tercera foto es la que ofrecía el centro de la ciudad: tiendas llenas de clientela turista.

Son 40.000 los comercios donde ayer empezaron las rebajas, con descuentos que no se anduvieron con remilgos. Nada del 10% o el 15%: hasta el 70% de descuento ofrecían muchos escaparates. La primavera ha sido muy floja, aseguran los comerciantes, que explican que ni siquiera las bodas y celebraciones que suelen animar las ventas en mayo y junio lo han hecho este año, tras un abril que tachan de catastrófico.

El secretario general de la Confederación de Comercio de Cataluña (CCC), Miquel Àngel Fraile, tachó de “día extraño” la jornada de ayer —el año pasado las rebajas de verano empezaron en sábado con resultado “buenísimo”—, aunque se mostró optimista y estimó que el gasto medio será de 180 euros y que la facturación total, a 31 de agosto, rondará los 800 millones. Por parte de las grandes firmas, la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged), vaticinaba una buena campaña centrada en los grandes descuentos.

Fraile confía en que el verdadero arranque de las rebajas se produzca hoy: día laborable, con todos los vecinos en la ciudad, los niños de vacaciones y muchos adultos trabajando en horario de jornada intensiva. Hoy se facturará “como mínimo cuatro veces más que el domingo”, aventuró.

Habrá que esperar a finales de agosto para hacer balance de la respuesta de los consumidores, muy castigados tanto por el paro como por el retraimiento que provoca la perspectiva de perder el trabajo. En mayo, las ventas de comercio minorista encadenaban 15 meses de caída.