Lavacolla tiene menos seguridad privada pero paga lo mismo a la concesionaria
La CIG denuncia que de las 70.188 horas anuales que marca el contrato solo se cumplen 54.385
El servicio de seguridad privada del aeropuerto de Santiago se mantiene con el mismo presupuesto —solo actualizado por la subida del IPC— que Aena firmó con la empresa Eulen a finales de 2009, sin embargo el número de horas de vigilancia que deben cumplir está por debajo del acuerdo, según la denuncia de la central sindical CIG. Los vigilantes, que se encargan del control de arcos de seguridad, el acceso al área de embarque, el control de zonas restringidas y la vigilancia del perímetro del recinto, han pasado de trabajar 164 horas al día —equivalente al trabajo de 20 vigilantes— a 149 horas, atendiendo a las cifras del sindicato. El presupuesto de licitación de Aena fija en 70.188 las horas anuales de seguridad privada —entre los servicios de vigilante con arma, sin arma y sin arma y con radioscopia (arcos de seguridad y rayos X)— pero actualmente se cumplen 54.385.
Tras el traslado a la nueva terminal de Lavacolla el pasado mes de octubre, Aena no modificó el contrato de seguridad y siguió contanto con el mismo número de vigilantes privados pese a que la superficie actual triplica la de la vieja terminal, sitúada dentro del recinto aeroportuario y en la que solo trabaja el personal del servicio de meteorología. En total, el acuerdo entre la unión temporal de empresas de Eulen y Eulen Seguridad y Aena estipula que deben mantener a 34 vigilantes —tres de ellos armados— pero entre las bajas y las medias jornadas del personal no llega para cumplir el contrato, asegura la CIG. Los partes de los vigilantes de los últimos meses recogen incidentes como robos en las instalaciones del antiguo Aeroclub y “sabotajes” en en las vallas que cierran el recinto aeroportuario. Para el gestor del aeropuerto estos accesos sin autorización se produjeron en zonas que no están dentro del vallado y que no son críticos para la seguridad del aeropuerto. “Faltan vigilantes en los filtros de seguridad y el trabajo se multiplica, se producen colas y retrasos y una mayor presión contra los vigilantes”, explica el secretario nacional de CIG-Servizos, Paulo Rubido. La situación se complica a partir de las once de la noche, indican los vigilantes, cuando un vigilante atiende a “18 monitores con 300 cámaras, 428 alarmas y 154 puertas de acceso” a pesar de que también tiene que controlar los arcos de acceso. Ponen de ejemplo el caso de un vuelo desviado desde Vigo la noche del pasado 15 de julio con destino Madrid: “El control no se hizo conforme a la ley”. Sin un hombre y una mujer, como corresponde, para hacer el control de acceso. La central sindical considera además que en Lavacolla no se cumple con la normativa estatal que obliga a dedicar a seguridad la tasa de 2,08 euros que se cobra a cada pasajero, ya que el contrato se firmó por 1,2 millones de euros anuales. A razón de los 2.464.431 pasajeros que pasaron por Lavacolla en 2011, al sindicato no le salen las cuentas. “La tasa que se cobra es casi el doble de lo que se gasta. Se está cobrando una tasa para una finalidad, la de seguridad, que luego no se utiliza y eso es muy cuestionable”, indica Rubido. La central sindical estudia la vía jurídica que debe emplear para llevar a los tribunales a Aena por este motivo.
La CIG insiste en que el director del aeropuerto, Luis Rey, “tiene conocimiento por escrito de la situación desde hace tiempo”. “Y no recibimos contestación por su parte”, apunta Rubido. El sindicato denuncia además que la situación se mantiene con la “complicidad” de uno de los jefes de seguridad del aeropuerto, el mando de la Guardia Civil Jesús Andrés de Parada.
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