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libros

Mil páginas para despedir a Keta

Un emotivo y espontáneo intercambio de cartas entre los clientes y un personaje imaginario clausura la librería infantil Biblioketa, que cae víctima de la crisis

Gemma Archaga, ante el escaparate de Biblioketa, en Chueca. / luis magán
Gemma Archaga, ante el escaparate de Biblioketa, en Chueca. / luis magánLUIS MAGÁN

“Me enfrento a la carta más difícil que he tenido que escribir desde que decidí reunir los libros más bonitos del mundo en un viejo local de la calle Justiniano”, dice sobre la hoja blanca pegada en el escaparate. El texto está firmado por Keta, la ratona imaginaria que desde hace nueve años es anfitriona de la librería infantil Biblioketa, en el barrio de Chueca, que mañana cerrará sus puertas. La librería, pionera y líder en la oferta de libros en inglés y francés para niños, se suma así a la larga lista de locales que, asfixiados por la crisis, se ven obligados a bajar sus persianas.

Desde que Keta escribió la carta en la que aboga por una “despedida sin lágrimas”, a principios de mes, el escaparate del número cuatro de Justiniano se ha convertido en un espacio de catarsis. Vecinos y clientes que visitaban Biblioketa, no solo para hojear y comprar libros, sino también para participar de encuentros con cuentacuentos y escritores y talleres de música y teatro, han expresado allí su pena por el cierre. “¿Cómo va a ser esta despedida sin tristezas? Claro que estamos tristes de que desaparezcas, pero siéntete muy orgullosa de tu creación”, dice uno. “Nos habéis dado muchas alegrías con los tesoros que nos hemos llevado a casa”, recuerda otro. “Siempre te quedarás en mi corazón. Me has enseñado mucho y pasé contigo momentos inolvidables”, promete un tercero. Los mensajes se multiplican. Y Keta responde. Desde hace unos días, el escaparate está cruzado por la palabra “gracias” escrita con grandes letras negras pintadas con aerosol.

Hay uno de esos “amigos de Keta”, como los llama, que Gemma Archaga, dueña y fundadora de Biblioketa, recuerda con especial cariño. “Clarita tenía tres años cuando empezó a venir con su abuelo. Con el tiempo se ha hecho lectora y hace dos años, el Día del Libro, leyó un fragmento del Quijote en el Círculo de Bellas Artes. Para mí fue una emoción enorme”, cuenta.

Enseguida vuelve al presente. “Lo que me da más pena es hablar en pasado. En estos años hemos construido un espacio vivo, un sitio mágico, con una historia emocionante que me llena de orgullo, aunque ahora se haya vuelto muy triste”, sintetiza.

Es que el camino hacia la decisión de cerrar comenzó a desandarse hace tiempo y ha tenido de todo. La librería llegó incluso a figurar entre los proveedores con los que se han endeudado el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. “Se ha juntado la crisis económica con la crisis del libro. Llevábamos dos años sobreviviendo, hasta que no pudimos más”, relata Archaga. “Lo que demuestran estos cierres es que prevalece la globalización, en el sentido más masificador, y que los proyectos originales y distintos como Biblioketa están desapareciendo”. Suspiro mediante, remata: “Desgraciadamente, en nuestro mundo los proyectos no se mantienen solo de ilusión”.

Entre el pasado y el presente, que en cada frase se entremezclan en el relato de Archaga, queda espacio para el futuro. “Keta va a buscar otros rumbos, pero volverá a aparecer. Será en otro tiempo y espacio, pero volverá. La semilla ya está plantada”, afirma Archaga.

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Los mensajes en el escaparate quieren darle la razón. “Ojalá puedas volver a abrir Biblioketa. Puedes irte contenta por las ilusiones y el amor a los libros que has sembrado en estos años”.

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