Lo usan por trabajo, ocio o necesidad. Son los viajeros que recorren cada noche el suburbano. ¿Qué les pasará si se adelanta el cierre como estudia la Comunidad?
M. Ángeles Amago. 47 años. Saca cubos de basura. Amago acude de noche a zonas residenciales y hoteles a sacar los cubos de basura comunitarios. Antes también limpiaba. “La crisis, ya sabes”, justifica. “Sin metro tardo más de una hora en ir a Legazpi. Ahora, 15 minutos”.SAMUEL SÁNCHEZRaquel Jiménez. 41 años. En paro. Vuelve de Sol a Aluche, donde vive con sus padres. Ellos tienen que pagarle ahora el abono, porque no le queda paro tras trabajar como educadora social. “¿De verdad van a recortar el servicio cuando acaban de subir el precio del billete?”, se pregunta.SAMUEL SÁNCHEZEnrique Jalda. 20 años. Camarero. “Pero, ¿qué quieren? ¿Qué me gaste el sueldo en taxi? ¿O los de Metro me van a pagar la vuelta a casa?”. Jalda se trasladó a Madrid hace 10 meses en busca de empleo. Asegura que los 15 camareros del restaurante en el que trabaja vuelven a casa en metro.SAMUEL SÁNCHEZGracy Navarro. 38 años. Empleada de hostelería. “Estoy cansadita”. Navarro habla casi en susurros. A las 00.15 toma en Sol la línea azul celeste, la 1, para volver a su casa en el metro de Estrecho. Nunca sale antes de la medianoche. Asegura que no sabría volver a casa en autobús.SAMUEL SÁNCHEZJuan López. 37 años. Gestor. Viaja de Atocha, donde ha cenado con sus padres, a su casa de Sanchinarro. “Si cierran antes será para ahorrar, pero deberían pensar en la tranquilidad y comodidad de la gente”.SAMUEL SÁNCHEZJavier Mateo. 30 años. Ingeniero. “Nadie termina de cenar antes de las 12 de la noche”. De eso viene. No entiende que el metro cierre antes: “Podría pagarme un taxi, pero hay mucha gente que no”.SAMUEL SÁNCHEZArancha González. 34 años. Profesora. “Sin metro no podría ir a los conciertos”, dice la profesora de Conservatorio y pianista. Usa el metro de noche sobre todo por ocio. Tarda 20 minutos en volver a casa. “Me parece fatal que lo cierren antes: da un gran servicio”.SAMUEL SÁNCHEZUn viajero entra en una de las bocas de metro de Sol.SAMUEL SÁNCHEZ
