Notas acuáticas
Algo por lo demás que se ha de hacer siempre, con crisis y sin ella como debe saber la munícipe.
El calor sofocante de este verano madrugador nos trae, como siempre que aprieta la canícula, la idea de los baños y el agua refrescante. Sucede desde que se inventó el botijo o hubo una alberca, un arroyo o el mar cercano a nuestro hogar. Las altas temperaturas de este madrugador verano han llegado también a las comarcas valencianas de Castellón con la responsabilidad, la dignidad y el sacrificio de un ciudadano ejemplar. Francisco Gabriel López era un vecino del Grau, el distrito marítimo de la capital de La Plana, que ese otro día vio junto al mar cómo peligraba la vida de un zagal de pocos años a quien el oleaje arrastraba sin control hacia las escolleras; y se lanzó al agua, y salvó al chaval de morir ahogado, y recibió a sus 40 años un golpe de mar, perdió el conocimiento y pereció ahogado. Solidaridad y coraje cívico vio siempre la buena gente en este tipo de comportamientos. Lo penoso y triste, además de la muerte de Gabriel, fue que unos niños se bañen cuando la mar no estaba en calma y ondeaba la bandera amarilla en las cercanías que viene a significar riesgo y precaución extrema si cualquiera de nosotros desea refrescarse entre las olas. Cabe la posibilidad que los juzgados, en cuyas manos está el asunto, se interesen por la responsabilidad de quienes tenían que estar al cuidado de los menores que se bañaban en circunstancias tan adversas. El solidario Francisco Gabriel cuanto necesita ya es una placa junto a las escolleras que recuerde a cuantos sepan leer su gesto cívico, responsable y ejemplar.
Aunque hay otras realidades relacionadas con el agua y los calores en las que no se distingue ni el menor atisbo de civismo, ejemplaridad o responsabilidad; unas realidades que nos recuerda la entrada de este verano que llega, como las demás estaciones, con severa crisis económica y recortes sociales. Una crisis y unos recortes que olvidan quienes, sin poner cuidado en lo que hacen o deciden, invierten construyendo una piscina climatizada en La Vall d’Alba, lo mismo que hace unos años decidieron construir una plaza de toros —inversión productiva donde las haya— en esa misma población de unos escasos miles de vecinos. El alcalde del lugar y vicepresidente de la provincial Diputación castellonense dormirá tranquilo y tendrá su placa inaugural colgando de las paredes de la nueva piscina. Al cabo, de la crisis es responsable Zapatero o el toro que mató a Manolete. Tanto da. Y la edil de deportes en el consistorio de Castellón anuncia el cierre de una piscina municipal al aire libre, este verano, porque está infrautilizada y no es rentable. Algo similar sucede en La Vall d’Uixó, en Almassora o en Borriol: inversiones en el ámbito lúdico y déficit que obstaculiza el baño. Pero la edil castellonense apela a la crisis e indica que “hay que ser responsables y optimizar recursos”. Algo por lo demás que se ha de hacer siempre, con crisis y sin ella como debe saber la munícipe. Lo mismo que el vecindario debe saber bañarse responsablemente en el mar y fijarse en las banderas.
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