Antigua fragancia
La soprano alemana Christine Schäfer se mueve con habilidad en un amplio repertorio que va desde la música barroca hasta los últimos estrenos
El último de los 21 poemas de Albert Giraud que Schoenberg utilizó para la composición de Pierrot lunaire comienza con una frase —“Oh antigua fragancia de tiempos fabulosos”— que viene de perlas para sintetizar este comentario. Porque, curiosamente, había una fuerte carga de nostalgia en el concierto del excelente Klangforum de Viena en el teatro Real. Nostalgia, incluso, de una vanguardia que buscaba nuevos caminos por medio del lenguaje musical.
La soprano alemana Christine Schäfer se mueve con habilidad en un amplio repertorio que va desde la música barroca hasta los últimos estrenos, tanto en formatos ligados a la ópera como al lied. La maestría absoluta la alcanza cuando aborda compositores de la Segunda Escuela de Viena, y así su caracterización de Lulu en la ópera de Alban Berg fue inenarrable, como lo es en otra dimensión su interiorización de una partitura como la de Pierrot lunaire, de Schoenberg. Un lujo. Por su manera de concebir el fraseo, por la fusión entre palabra y música, por su teatralidad contenida, por el logro de una quintaesencia estilística. En la primera parte interpretó en francés canciones de los mismos años en que se compuso Pierrot, tanto de Stravinski como de Ravel. Lo hizo bien, qué duda cabe, pero la fascinación llegaría con Schoenberg. Como se esperaba, habida cuenta de su grabación discográfica de Pierrot con Boulez. El concierto empezó con una hechizante versión de El vals del emperador de Johann Strauss orquestada por Schoenberg con maestría. Se lució el grupo vienés del Klangforum, dirigió con alegría y exactitud Sylvain Cambreling. El concierto fue soberbio en su totalidad. Bien construido, bien realizado. Lo que se decía al principio: “Oh, antigua fragancia de tiempos fabulosos”.
Pues eso.
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