Tener o no tener bici pública
La mitad de los sistemas de préstamo de bicicletas pierden dinero
Tener o no tener un sistema de bicicletas públicas como el Bicing en Barcelona. Tenerlo construye marca de ciudad, pero también supone para los Ayuntamientos un despliegue logístico al que pocas veces se enfrentan los expertos en movilidad. Miles de bicicletas, centenares de puntos de recogida y devolución… y la incógnita de qué harán los usuarios. De la dificultad da cuenta el hecho de que el 57% de los 147 sistemas públicos que hay en España pierden dinero. Y para rizar el rizo, no hay un patrón único. No es que pierdan dinero en las ciudades pequeñas y sean rentables en las grandes. Ni la movilidad es igual en todas las ciudades, hay que pensar que cada flota se integrará en un sistema de movilidad único.
“Depende de tantas cosas. Depende del objetivo que tengas: de los trayectos, si complementan el transporte público, de determinada área de la ciudad”, explica Alberto Castro, autor junto con Esther Anaya, del Balance General de la Bicicleta Pública en España, el primer informe sobre la cuestión que se publica. Editado por la Fundación ECA Bureau Veritas, no es un estudio cuantitativo, sino más bien una reflexión sobre la oportunidad que representa para la movilidad sostenible. El estudio se presentó el jueves en Barcelona, en el marco de la Semana de la Bicicleta que el domingo celebra su fiesta de la bicicleta y los patines.
El estudio constata, eso sí, que las dos ruedas a pedales son inmunes a la crisis. Por lo menos a la creación de nuevas flotas en nuevas ciudades. También revela que la edad media de los usuarios es de 33 años, que el 44% son mujeres, que la mayoría de los desplazamientos no supera la media hora de duración y que empieza a penetrar la bicicleta eléctrica (8% de los sistemas). Sobre la viabilidad, indica que en el 57% de los sistemas la utilización es ínfima, de 0,25 usos por bici y día, mientras que en el 14% de los sistemas el uso desde tres veces por vehículo y día. Otro de los debates es qué coste asumen los usuarios y qué coste asume el Ayuntamiento. En Barcelona, por ejemplo, la proporción es 20-80%, un equilibrio que el Consistorio quiere reconducir hacia el 50-50%. En este sentido, los autores apuestan por un equilibrio mayor al del Bicing, pero apuntaron que las ciudades deberían tener en cuenta los “beneficios externalizados que tiene la implantación de estos sistemas para la ciudad en conjunto, en términos de beneficios para la movilidad o la salud”. Anaya asegura que “son beneficios que los otros medios de transporte no tienen”.
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