El Bernabéu congrega de nuevo a los fans de La Roja
Tres pantallas gigantes retransmiten el partido contra Italia
¡Venga, España, arriba, gol!", repetía sin cesar Billal, un vendedor ambulante bangladesí mientras veía ayer por la tarde el estreno de la selección española en la Eurocopa en una de las tres pantallas gigantes instaladas en la explanada del estadio Santiago Bernabéu. La cita congregó a muchos cientos de aficionados que aguantaron el calor y la falta de sombra a base de refrescos e ilusión. Cada vez que Billal gritaba gol, los presentes lo miraban con el gesto torcido, pero a él poco le importaba. "Sé que La Roja va a ganarle a Italia porque están jugando mucho mejor", sentenciaba. En una de sus manos colgaba una bolsa repleta de banderas de España de tamaño mediano cuyo valor oscilaba entre uno y tres euros. Apenas consiguió vender una en todo el partido. "No pasa nada. ¡Venga, España, arriba, gol!".
El primer partido de la selección española, que acabó en empate, volvió a congregar a los aficionados al fútbol en el Bernabéu, que repite la experiencia del Mundial de Sudáfrica como lugar de encuentro para ver los partidos de La Roja. Estudiantes de instituto abrazados con los de universidad, padres de familia y singles en busca de su media naranja entre goles, faltas y fueras de juego, parados y empleados con ganas de desconectar, Sin olvidar a algún que otro turista atraído por la algarabía nacional disfrutaron de los 90 minutos de juego sin ningún incidente.
“Hemos venido a desconectar”, explica un desempleado
El acceso al recinto estaba controlado por decenas de agentes municipales y de seguridad privada que impedían el consumo de bebidas alcohólicas en el interior de la explanada. "Me han tratado como un delincuente porque quería entrar con mi cerveza", critica Iñaki L., un informático de 28 años que se perdió el gol del jugador del Barcelona, Cesc Fábregas, ya que justo marcó en el momento en el que Iñaki discutía con uno de los guardias. "Venga, Juan, canta fuerte: a por ellos, oe, a por ellos, oe…", Ramón, de 40 años, enseñaba a su hijo de tres uno de los lemas más coreados durante el partido. Aunque a Lola, su mujer, no le gustó que Ramón se llevara al pequeño al Bernabéu, Juan se lo pasó pipa con las enseñanzas de su padre.
El rojo y el amarillo prevalecían en banderas, rostros, camisetas gorros y pulseras, pero también llamaban la atención los tintes de blanco, rojo y verde del adversario. Un grupo de Erasmus italianos animaba a su selección cerca de la pantalla principal, colindante a la calle de Rafael Salgado. "Estamos encantados con que nuestro equipo se enfrenta al español. Ojalá llegaran los dos a la final. Eso sí, no queremos gritar mucho porque somos minoría y no queremos problemas", comentaba Giulia. Su compañero Michele, sin embargo, no estaba dispuesto a contenerse. "¡Que viva Italia!", gritaba cuando la masa coreaba el tema Que viva España, de Manolo Escobar.
“Aquí nadie habla de la crisis ni del rescate”, sentencia una estudiante
Y llegó el primer gol de la tarde. El delantero Di Natale marcó el primer punto para la selección italiana. Cuando parecía que la desilusión se iba a apoderar de la explanada, llegó el gol de Fábregas y el asfalto del Paseo de la Castellana volvió a vibrar. "A ver si los chicos nos dan una alegría", comentaba Luis, un desempleado de la construcción mientras se abrazaba a su amigo Carlos, también en paro. "Íbamos a ver el partido en casa pero he convencido a Luis para venir al Bernabéu. Lo bueno que tiene el fútbol es que nos ayuda a desconectar", explica este pedagogo.
"Aquí nadie habla de la crisis ni del rescate", sentencia Luisa, una estudiante de Medicina de 26 años. Reconoce que ni a ella ni a sus amigas les gusta mucho el fútbol pero el evento en el Bernabéu les parecía un buen plan de domingo. A su lado, un grupo de chicos no para de mirarlas pero ninguno se atreve a dar el primer paso. De repente, uno de ellos se acerca a Luisa y surge la chispa. Quedan pocos minutos de partidos y España no consigue desempatar. Los intentos fallidos del exjugador del Atlético de Madrid, Fernando Torres, desesperan a los españolitos y alivian a los italianos. Se acaba el partido. Hora de volver a casa. "No ha estado mal para ser el primero, pero el próximo jueves tenemos que ganar a Irlanda", asevera Carlos. Billar, el vendedor bangladesí, se despide: ¡Venga, España, arriba, gol!".
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