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OPINIÓN

Seguro a terceros

Nuestro autogobierno naufraga. Estamos detrás de Euskadi en lo político y de Catalunya en lo cultural

Pido de rodillas que alguien me explique qué demonios significa “seguro a terceros”. Todos los casos que conozco se refieren a un accidente que, tras contratar el seguro en cuestión, provoca el asegurado a alguien que, hasta donde uno llega a entender, es el segundo afectado por el siniestro. ¿Quién es El Tercer Hombre en la jugada? ¿La compañía de seguros? ¿Existen seguros “a cuartos”, “a quintos”, “a sextos”? Puestas las cartas sobre la mesa a propósito de la ignorancia de este iletrado plumilla, la siguiente pregunta es: ¿qué es lo que es seguro en este momento? Ser el último de la fila no, al parecer, pero ¿quién da la vez? El Estado Español (sí, con mayúsculas) ofrece seguridad comprando bonos del ídem y paseándose, al mismo tiempo, por los foros económicos internacionales pidiendo limosna para los bancos patrios. Hacen también publicidad en televisión; y la rematan con una firma indeleble: “Gobierno de España”.

Cuando España estornuda, Galicia se resfría. Será por el clima o por la humedad, pero aquí nos toca apechugar restregándonos vics vaporub por el pecho. Eso de depender del clima, de la pesca, del campo y de la apertura veraniega del Pazo de Meirás no hace más que provocar corrientes de aire muy dañinas para nuestra salud. Nos dejamos gran parte del presupuesto familiar en pañuelitos de papel comprados en los semáforos que, ¡ay!, siempre están en rojo. En un ejercicio simiesco de imitación, hemos organizado nuestras cajas de ahorros a la manera de la comunidad de Madrid y los juegos malabares de Esperanza Aguirre, sus bankias y sus ratos de ocio y vicio. Sólo nos queda jugar el siguiente partido Celta-Dépor (o Dépor-Celta si lo prefieren) a puerta cerrada en el caso de que se pite algo, ya sea un penalti o la presencia de Mariano Rajoy, que bien podría ser.

La seguridad que nos ofrecía el Estado central pasaba por el gobierno autonómico pero eso ya pasó a mejor vida. Nuestro frágil autogobierno naufraga a la primera marejada. Nuestra autogestión parece, más que nunca, una utopía. ¿En qué invertir pues? Los responsables de los delirios que nos arruinan dan por sentado que las cosas son así, que la vida es como es y que fútbol es fútbol, por mucho que nuestros equipos hayan sido cabeza de ratón en Segunda durante toda la temporada. Al garete se van los ahorros de muchos en esas preferentes que también suenan a fútbol: ¿qué prefieres: regional preferente o tercera división? Y ya volvemos al seguro a terceros: nos quedamos detrás de Euskadi en lo político y de Catalunya en lo cultural. Si es que no tenemos solución, por mucho que se disuelvan comunidades tan delirantes como la de Madrid mismo…

En vez de un seguro a terceros lo que tenemos contratado en este país es un tercero seguro, ya sea en la liga, en la copa, en las copichuelas o en el agonizante estado de las autonomías. Restos de serie que sirven para que Carmen Martínez Bordíu le diga a Gonzo, el reportero vigués de El Intermedio de La Sexta y los Grandes Wyomings, que en Galicia se lo pasa fenomenal. ¡Qué menos! Al fin y al cabo esto es su seguro a terceros. O su tercera vía si se le acaba el chollo de bailar para ganar kilos (Gonzo dixit) a cuenta de una Televisión Española ya bastante mal asegurada a día de hoy. No es muy original. Tampoco están muy seguras las sillas sobre las que se asienta el nacionalismo gallego: cuando se intenta reorganizar, van y se rompen. ¿Van y se rompen? Parece el nombre de un banquero holandés presidente de la Unión Europea…

Pero, bien, confiemos en los que confían. Contratemos ese seguro a terceros misterioso que nos dé la confianza para seguir adelante. (Desde luego no podremos hacerlo con Seguros Mercurio, la compañía que hundió el expresidente de la patronal española y cuya tropelía solo ha sido sancionada con quince años de prohibición para manejar fondos ajenos. ¿Y la devolución de la guita qué, Gerardo Díaz Ferrán? Pues nada, quédatela que te queda tela para Rato.) Algo puede hacerse, desde luego y desde aquí. Lo más razonable es asegurarnos nosotros solos (Sinn Feinn, en gaélico) de que no vengan terceros a chupar del bote. Eso para empezar.

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