Un infierno antes de la gloria
El Celta se aproxima a un punto del ascenso tras su sufrida victoria en campo del Nástic
Cinco años después de protagonizar un descenso al estilo del Villarreal, el Celta se ha puesto a un escalón del cielo, a un único punto de un ascenso que se le ha resistido durante toda esta travesía del desierto, y que ahora acaricia la misma generación de jóvenes canteranos que el año pasado cayó en un agónico play-off con el Granada. Tan agónico como el partido de ayer, metáfora de una temporada en la que el objetivo se ha sometido al examen de un durísimo pulso con el Valladolid, de los que no se recuerdan en la categoría. El Celta está al borde del récord de puntos en Segunda división, pero el regreso a Primera requerirá un último esfuerzo el próximo fin de semana ante el Córdoba.
En su peor partido de las últimas semanas, tres golpes de suerte definieron el marcador. Dos de ellas para el Celta, que castigó al Nástic al inicio y al final de la primera parte, y la otra para los de casa, que metieron el corazón de los de Vigo en un puño con un cohete que disparó Longas desde la línea divisoria. Quedaban 25 minutos de reloj, una eternidad para los 2.500 aficionados célticos que cruzaron la península para seguir el partido y para los que lo hicieron desde sus casas. Perdió el balón el Celta, que acusó el tremendo esfuerzo de la semana pasada ante el Xerez, y el Nástic lo sometió a un festival aéreo que hizo temer por el resultado hasta el mismísimo segundo final.
Nástic 1- Celta 2
Celta: Yoel; Oier, Catalá, Túñez, Bellvís; Oubiña, Natxo Insa (Bermejo, m. 46); Toni (Joan Tomás, m. 56), Álex López, Orellana; y Iago Aspas (De Lucas, m.79).
Nástic: Rubén Pérez; Ruz (Eugeni, m.34), Xisco Campos, Mairata, Fuster; Rodri, Seoane; Orbegozo (Álvaro Rey, 46), Logás, Morán (Juan Millán, m. 62); y Tuni.
Goles. 0-1. Minuto 4. Penalti a Toni que transforma Iago Aspas. 0-2, minuto 45. Aspas gana la línea de fondo, despeja la defensa y Natxo Insa aprovecha el rechace. 1-2, m 65. Longás, de un fuerte disparo desde la línea divisoria.
Árbitro: Mostró amarillas a Xisco Campos, Álvaro Rey, Insa y Orellana.
Unos 4.000 aficionados en el Nou Estadi de Tarragona, 2.500 de ellos hinchas del Celta.
En una de esas decisiones con las que suele sorprender Paco Herrera, el Celta salió con Álex López muy adelantado y con Natxo Insa por delante de los centrales junto a Borja Oubiña, y su equipo lo pagó. Sufrió para sacar la pelota de su zaga, que defendió muy cerca de su área la ventaja que tan poco tiempo le costó obtener. Destapada su brillante temporada por los goles de los últimos partidos, la posición del todocampista López en el doble pivote es una de las claves de la gran temporada del Celta, si no la gran diferencia entre la enorme decepción de la pasada y el éxito que ahora disfruta. Sufrió el Celta, pero las dificultades quedaron disimuladas por el primer gol, el que hace el número 23 de Iago Aspas, que a los tres minutos de partido abrió el partido de penalti, y sepultadas por el segundo, al borde del descanso. Se fue a la caseta el equipo de Vigo con dos goles de ventaja, pero no hubo rastro del grupo arrollador que a tantos rivales ha sometido en las últimas semanas. Insa anotó el segundo del Celta, pero como le suele suceder, ni brilló en la construcción ni recuperó los balones que se le exigen a un jugador de su perfil, de forma que toda la transición quedó para las botas de Borja Oubiña. Mientras el cuerpo le aguantó, fue el único capaz de suturar la enorme distancia entre la defensa y los pocos futbolistas que el Celta dejó por delante del balón.
Pero no fueron Borja ni Aspas los que inclinaron la balanza hacia el Celta, sino Toni, que recuperó un balón en su campo y llegó con fuerza hasta el borde del área pequeña de Rubén. Donde fue derribado con tanta alevosía que la tarjeta amarilla con que fue castigado pareció una concesión del árbitro. Fue como si el gol aburguesase al Celta, un equipo que acostumbra a jugar con el cuchillo en los dientes. Su suerte se llamó otra vez Iago Aspas, que ganó la línea de fondo para dejar un balón atrás de los que suelen acabar en la red. Se encargó Insa, y el partido parecía finiquitado. Si la segunda parte no fue el balneario que se esperaba, la culpa fue del esfuerzo acumulado y del tremendo gol de Longas, que abrió un partido nuevo. El Celta se fue del Nou Estadi sin saber a qué olía el balón con el que se disputó el encuentro, pero la suerte que le falló en el play-off de la temporada pasada parece empeñada en saldar su deuda. Para colmo, el partido se cerraba con la noticia del empate del Alcorcón con el Valladolid, lo que permite que un empate en la jornada final satisfaga las expectativas de promoción del Córdoba y eleve a este joven y gallego Celta a Primera división.
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