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Antonio López lleva su arte a Lleida

El pintor manchego muestra obras de su propia colección La Fundación Sorigué acoge la exposición del artista, la primera del artista manchego en Cataluña

Antonio López posa junto a una de sus célebres esculturas.
Antonio López posa junto a una de sus célebres esculturas.HERMINIA SIRVENT

El artista Antonio López acudió ayer a Lleida para presentar una exposición de obras de su colección personal en la Fundación Sorigué, una entidad privada con una importante colección de arte contemporáneo. Esta es la primera gran exhibición del artista manchego en Cataluña. Mientras dure la exposición se instalarán en espacios públicos de Lleida, todavía por decidir, dos esculturas de bronce de 2,5 metros que representan la cabeza de una de sus nietas.

El idilio entre el artista Antonio López (Tomelloso, 1936) y la ciudad de Lleida se verá fortalecido después de la exposición presentada ayer, que se exhibirá hasta el 31 de octubre en la Fundación Sorigué, una entidad privada que alberga una importante colección de arte contemporáneo, con obra de artistas de primera fila y de todas las disciplinas.

Tras las exitosas retrospectivas en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la galería de la Fundación Sorigué tiene el privilegio de presentar la que, sorprendentemente, es la primera exposición del artista manchego en Cataluña. La ocasión se ha hecho esperar, pero el regalo ha valido la pena. La ausencia de López en los espacios expositivos catalanes era un hecho difícilmente comprensible.

La mayor parte del medio centenar de piezas de que consta la exposición, de la que es comisaria la hija del artista, María López, proceden de la colección particular del artista. Son óleos, dibujos, pinturas y esculturas, muchas de ellas inéditas e inacabadas, que representan sus temas más habituales: los interiores, la figura humana, los paisajes y la Gran Vía de Madrid.

Una de las peculiaridades de esta exposición es que la obra de López convive y dialoga sin prejuicios en el mismo espacio con la de otros artistas coetáneos que trabajan en terrenos dispares, como Berlinde De Bruyckere, Chuck Close, Antony Gormley, Evan Penny, William Kentridge, Julie Mehretu, Jonathan Meese, Liza Lou, Marilene Oliver, John Davies y Simeón Saiz Ruiz, entre otros.

López, que visitó ayer Lleida, se mostró abrumado por el impacto tan positivo que le ha causado la combinación de sus piezas en esta exposición, que en su opinión no se puede comparar con las retrospectivas de Madrid y Bilbao. “Esto es otra cosa. Es más amable y, quizá, más viva, porque tampoco tiene la intención de dar una visión completa de un pintor, sino su esencia. Se han elegido muy bien las cosas y, francamente, no me esperaba la sensación recibida en este espacio. Aquí se ve todo de una manera muy limpia y forma una combinación que no había visto nunca”, manifestó.

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Pinturas, dibujos y esculturas se distribuyen en diversos ámbitos en los que se agrupan los temas principales de López. Los primeros espacios marcan el itinerario con las más recientes imágenes de la Gran Vía madrileña y los conocidos cuadros Madrid desde las Torres Blancas y Perro muerto. También se incluyen bodegones, retratos y la escultura María, además de dibujos de su estudio, una sala dedicada al desnudo con la escultura El hombre y el prototipo de La mujer de Coslada.

Destacan el conjunto de escayolas que son el corazón de su trabajo escultórico y los posteriores ensayos de materiales plasmados en las series de pequeñas cabezas, prototipos de las dos cabezas monumentales, Día y Noche, que se instalarán temporalmente, mientras dure la exposición, en espacios públicos de Lleida todavía por decidir, siguiendo el ejemplo de Boston, Bilbao y Madrid. Se trata de dos esculturas de bronce, de 2,5 metros de altura, 3 metros de diámetro y 1.000 kilos de peso, que representan la cabeza de una de sus nietas, una con los ojos abiertos, y la otra, cerrados. “Me hace mucha ilusión que las cabezas estén en la ciudad”, dijo el artista, “si conseguimos recuperar esa forma de mostrar nuestro trabajo en la calle, como sucedía en la cultura antigua, será un logro extraordinario, como un milagro”.

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