“Acampar no es el objetivo, es el medio”
El 15-M hace balance en su primer gran cónclave en Sol tras un año de actividad Los grupos de trabajo exponen conclusiones ante los nuevos tiempos
Un breve y compartido Cumpleaños feliz dio comienzo a la primera asamblea general de los indignados desde su regreso a Sol. El escenario y la asistencia recordaba a las de hace un año: bajo la cúpula del Cercanías (que ayer incorporó nuevos carteles, como “Stop torrentismo”), con un restablecido sistema de megafonía que facilitó mucho las cosas respecto al día anterior y ante unas dos mil personas en su pico de asistencia.
Juan, uno de los miembros de la activa asamblea de Carabanchel, hizo de mediador, esa admirable figura que ejerce de maestro de ceremonias y se encarga de avisar a los oradores más apasionados de que se están pasando del límite de tiempo establecido, que ayer era de cinco minutos por barba. La asamblea sirvió para unificar las propuestas que, en los últimos días y sobre todo, en el último año, los distintos grupos de trabajo han ido debatiendo. De hecho, si algo diferenció la asamblea de ayer respecto a las de hace un año es que se fue al grano, sin aquellas interminables intervenciones de espontáneos que acababan con los nervios de muchos de los presentes.
Tras el Cumpleaños feliz, se hizo un repaso de la repercusión internacional y nacional de las marchas del día anterior. “En Wall Street hicieron una vigilia por nosotras”, dijo la encargada de dar el parte. “Y en Barcelona están acampando de nuevo”. El anuncio levantó aplausos. Un espontáneo gritó: ¿Y aquí, qué? Pero fue acallado en un abrir y cerrar de ojos: “Compa, acampar no es el objetivo, es el medio”, le contestó la oradora. Y punto en boca.
Intervino entonces un portavoz de la comisión de legal para hablar de los detenidos la noche anterior. Comunicó que, pese a la información oficial sobre la puesta en libertad de nueve de ellos, a esta comisión solo le constaba que había salido uno. El portavoz explicó que entre los detenidos “hay gente que estaba de fiesta y no tenía nada que ver con el movimiento”. También denunció que muchos agentes no iban identificados. “Una policía democrática debería ir debidamente identificada para responder de sus actos”. Después, Eric, un indignado francés que vivió el desalojo, explicó que dos de sus amigos habían sido arrestados y destacó que, por su experiencia, “la diferencia entre la policía francesa y la española es que la española te tira de las orejas y en general te golpea aunque cooperes; la francesa no”. Tras estas intervenciones llegó el plato fuerte de la noche: las conclusiones de los distintos grupos de trabajo.
Una portavoz del de educación, que lucía la camiseta de la marea verde, resumió así el trabajo y los debates que vienen realizando: “Lo que está sucediendo es que se está aplicando en todo el sistema un modelo de liberalización y de expolio de la educación pública. Lleva años pasando en la educación infantil, está pasando en secundaria, y ahora van a por la universidad. Si perdemos la educación pública, lo perdemos todo”, concluyó.
Tras ella, expusieron sus primeras conclusiones los grupos de internacional (“aspiramos a una ciudadanía global”), el de juventud (que se está planteando convocar una movilización global contra los recortes y la deuda el 17 de junio), el de vivienda (que para mañana ha convocado una acción que llama a cerrar cuentas en Bankia), o el de feminismos (que reclama la derogación de la reforma de la ley del aborto). Uno de los portavoces que arrancó más aplausos fue el de los iaioflautas o abuelos del 15-M, que expuso sus objetivos con mucho desparpajo: “Le vamos a decir al Gobierno que esta raya roja no la van a traspasar. Y vamos a concienciar a ese grupo de la población que todavía no está cerca del 15-M. Los que estamos aquí lograremos en unos años cambiar la Constitución y conseguiremos cambiar la reforma electoral”.
Ambiente distendido
Mientras el núcleo más participativo de los indignados sentaba las bases de su proyecto en una asamblea nocturna, el ambiente era afable y distendido en el resto de la Puerta del Sol. El Kilómetro cero seguía llamando la atención de muchos de los turistas que anoche se repartían por las terrazas de las plazas adyacentes a Sol. Los vendedores ambulantes de cerveza y refrescos hacían negocio aprovechando tantas gargantas de indignados secas de tanto hablar. En contra de los clichés, los perroflautas y los bongos no eran los protagonistas principales de una jornada que, cumplida la medianoche, no se movía del espacio público convertido en símbolo. Había jubilados y adolescentes, estudiantes y profesores, médicos y autónomos. Y una docena de perros (con dueños urbanitas), la mayoría labradores, de distinto pelaje y condición. “De debajo de la estatua de Carlos III no nos movemos hasta que nos expliquen por qué hay que rescatar a Bankia pero no a los desahuciados con nombres y apellidos normales y corrientes”, asentían Diana y Rocío, licenciadas respectivamente en Derecho e Ingeniería Industrial. Cumplida la medianoche, la hora límite marcada por la Delegación del Gobierno, varios cientos de personas permanecían sentadas.
Algunos agentes sintonizaban discretamente con algunas de las propuestas asamblearias, como la que exige cambiar la Ley Electoral, que beneficia a los partidos mayoritarios y perjudica a los más humildes. Lo hacían intercambiando palabras sueltas y alguna sonrisa entre los ceños fruncidos de los demás policías municipales y nacionales movilizados desde la Delegación del Gobierno. El dispositivo se dejaba ver con dos lecheras en cada uno de los accesos a la plaza más emblemática. Otras ocho furgonetas custodiaban la fachada de la Real Casa de Correos. La sede del Ejecutivo de Esperanza Aguirre aparecía vallada en tres de las caras de su perímetro. La parte trasera, la única sin protección, recordaba a una calle más. A unos metros, la plaza de Pontejos era el escenario elegido por varias parejas de enamorados.
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