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Los pioneros del cómic empezaron en el siglo XIX

La sátira social y política forjó la prehistoria del tebeo en Galicia

Non vayas as fresas, de Castelao, historieta de Castelao de 1909 en la publicación Vida gallega
Non vayas as fresas, de Castelao, historieta de Castelao de 1909 en la publicación Vida gallega

La ilustración gallega conectaba en los años veinte y treinta del pasado siglo con el arte más vanguardista del momento. Pero el intercambio con los dibujantes más reconocidos internacionalmente había comenzado ya antes. Así lo muestra la exposición Orixes do cómic en Galicia, que acoge la Cidade da Cultura hasta el próximo 10 de junio. Los pioneros de la creación gráfica encontraron su vehículo de expresión en la prensa satírica e ilustrada, que tuvo una notable presencia entre 1880 y 1890. Carballo firmó en 1888, en el semanario pontevedrés O Galiciano, la que puede considerarse la primera historieta en gallego. En ella, un sólo personaje, don Sexismundo, arenga al vecindario con un discurso sobre el estado “deprorable” de la economía del país. Poco después, Fuentes publicó en el mismo periódico las primeras viñetas que recogen una historia de aventuras, su Viax'o Olimpo.

“En la obra de Fuentes encontramos ya los elementos principales del cómic propiamente dicho: un narrador, un personaje, la fórmula del continuará y la publicación por entregas, saltos temporales...”, señala la comisaria de la muestra, Rosario Crespo. A estas primeras generaciones perteneció también Román Navarro, que introdujo la fórmula narrativa del antes y después. “Le propusieron ser profesor de dibujo del rey Alfonso XIII, pero rechazó el puesto porque prefirió quedarse en A Coruña”, destacó la comisaria.

La estructura narrativa fue evolucionando desde el cuadro en dos tiempos hasta propuestas más complejas. En el aspecto técnico, la introducción del fotograbado supuso el salto principal. “A nivel español la historieta aparece antes, en 1830-1840. A Galicia llegó más tarde, pero su trayectoria fue paralela. El fotograbado facilita la reproducción de la ilustración. Aparecen así revistas en las que publican ilustradores gallegos, y otras nutridas con colaboradores de fuera”, comenta.

En esta época Benigno López publicó su Eclipse de luna, con su moderno dibujo, en el semanario pontevedrés Extracto de literatura, y la revista de la misma ciudad Galicia moderna acogía en sus páginas las creaciones de artistas gallegos, españoles de otros territorios del Estado y extranjeros. En Argentina desarrolló su carrera el caricaturista gallego José María Cao Luaces. Sus dibujos molestaron tanto a las autoridades que sufrió un intento de asesinato por parte de un sicario enviado por el jefe de policía. Semejante carga crítica exhibe también la revista viguesa Alegría, en la que Gurugo apunta a la hipocresía de la celebración del Día de los Santos.

Con las primeras décadas del siglo XX se evidencia el impacto de la formación en la mejora de la calidad de los trabajos: Federico Ribas, Castelao, Maside, Manuel Torres, Izquierdo Durán, Camilo Díaz Baliño y muchos otros. “Federico Ribas trabajaba en Madrid, París, Buenos Aires, en contacto con la vanguardia. Castelao conocía el trabajo de Cao en Caras y caretas, y luego él mismo influyó en los otros”, señaló la comisaria. Torres publicó en gallego en la prensa madrileña a finales de los años veinte, antes de que el golpe de 1936 interrumpiese toda la evolución gráfica hasta entonces alcanzada. En la exposición puede observarse cómo Castelao tuvo que renunciar a su nombre en la publicación en 1948 de una historia cuyas primeras versiones habían salido a la luz en los años veinte. Las caricaturas de Lino González, obras de Mingote en La Codorniz o Cousas de Ugenio de J. Navarro son algunas de las obras más recientes incluídas en la exposición. La siguiente etapa llegará con la militancia antifranquista y la defensa de la cultura y el idioma gallegos, con Reimundo Patiño y Xaquín Marín, o el Grupo do Castro, en los 70.

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