Disfrutando en la montaña y esperando en el museo
La Semana Santa cierra hoy con buenos resultados para el turismo rural y una Barcelona plagada de turistas
Todos pendientes del cielo. El tiempo ha marcado el destino de miles de personas durante estas vacaciones de Semana Santa, tanto de aquellas que eligen las playas para darse el primer chapuzón como de los que se encaminan hacia las zonas de montaña para disfrutar de la naturaleza o de la nieve en las estaciones de esquí que todavía están abiertas.
El Pirineo de Lleida atrae durante estas fiestas a entre 90.000 y 100.000 turistas, una cifra que, sin embargo, no servirá para poner el cartel de completo en las 45.000 plazas disponibles. La ocupación turística en los establecimientos hoteleros próximos a las estaciones de esquí, tanto de Lleida como de la Cerdanya, podría situarse alrededor del 85% de media entre el Jueves Santo y el Lunes de Pascua y algo inferior en el resto, aunque el presidente de la Federación de Hostelería de Lleida, Juan Antonio Serrano, confía en superar esa cifra si el tiempo acompaña.
Y para aquellos que prefieren la ciudad, los museos y las actividades culturales son un buen recurso. Prueba de ello han sido las colas registradas durante esta semana en varios centros culturales de Barcelona, como en el Museo Picasso y la casa Batlló, y en la montaña de Montjuïc. Elisabeth, una turista californiana, veía ayer normal la espera frente a uno de los museos: “Es lógico. Hay mucha gente que quiere estar aquí”.
El sector de las casas rurales ha sido una de las alternativas favoritas para los turistas y ha registrado una ocupación de entre el 75% y el 90%, aunque las estancias han sido más cortas que otros años.
Las nevadas de hace dos semanas, que dejaron más de un metro de nieve en las cotas más altas, fueron el mejor reclamo para poner el broche de oro a una de las peores temporadas de esquí de los últimos 10 años y en la que el sector acumulará unas pérdidas considerables. Josep Lluís Farrero, presidente de la Asociación de Casas de Turismo Rural, señala que se ocuparán la mayor parte de las 3.927 plazas disponibles desde el Jueves Santo hasta hoy. “La gente tiene ganas de vacaciones, aunque este año está más pendiente del tiempo a la hora de hacer las reservas”, explica Farrero.
El mal tiempo ha acabado beneficiando a la Cerdanya, donde se encuentran las estaciones de esquí de La Molina y Masella. Ante las previsiones de mal tiempo, muchas familias se han inclinado por aprovechar la última oportunidad para esquiar. Allí el índice de ocupación ha sido elevado. La previsión para estos días era alcanzar el 70% de ocupación. Las cuatro estaciones de esquí de Girona —La Molina, la Masella, Vallter 2000 y Vall de Núria— preveían unos buenos datos. En la Masella, por ejemplo, desde el jueves han pasado 18.000 esquiadores.
A la espera de tener datos oficiales confirmados, el Gremio de Hoteleros de Barcelona se movía ayer con unas previsiones de ocupación del 82%. Los hoteleros han tenido buenas sensaciones durante estas fiestas. En Barcelona, además, uno de los vectores que permite diagnosticar el estado de salud del turismo es la vida que tienen los museos. Además de los visitantes extranjeros que inundan la ciudad con intensidad, también muchos catalanes y barceloneses salieron a la calle.
“En Barcelona hay muchas cosas, tendremos que volver”
Los datos de los museos municipales son positivos. Desde el jueves hasta el mediodía de ayer centros como el Museo de Historia de Barcelona habían recibido 6.800 visitantes; los pequeños museos Dhub, unos 1.500, y el Museo de Ciencias Naturales, cerca de 3.000 personas.
Una de las joyas de la corona culturales de la ciudad, el Museo Picasso, había acogido a la una del mediodía de ayer 17.000 personas y por la tarde seguían las sempiternas colas en la calle de Montcada, que tenía como banda sonora exóticas versiones de los discos de la primera época de La Oreja de Van Gogh. José Luis y Lourdes son dos sevillanos que decidieron pasar la Semana Santa fuera de Andalucía y de su visita a Barcelona destacan: “Aquí hay muchas cosas para ver, habrá que volver”. Lo mismo piensa Roberta, romana, que, tomando el sol junto a media docena de compatriotas en la puerta del MNAC, reconoce que “la ciudad me gusta más de lo que preveía”. Las compañeras asienten.
Barcelona va más allá del Picasso y de los edificios de Gaudí. Mercedes es una madrileña que, maravillada ha entrado en el Dhub tras ver la exposición sobre la Escuela de Ulm, expone: “Una cosa es ir al parque Güell o a la Sagrada Familia, y otra descubrir pequeñas maravillas como esta”.
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