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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El origen de coordenadas

El origen de la campaña electoral socialista ha sido proponer unos objetivos y trazar los instrumentos necesarios para alcanzarlos

 El 25M andaluz está generando numerosos análisis, aparte de las salidas de tono e insultos que está diciendo una derecha que reincide en descalificar Andalucía y sus ciudadanos por haber elegido democráticamente lo que no coincide con sus gustos y sus expectativas.

En torno a dichas expectativas quisiera centrar esta aportación. Buena parte del éxito electoral del PSOE-A se ha basado, precisamente, en no dejar que las expectativas sustituyan el trabajo bien hecho. El origen de la campaña electoral socialista ha sido analizar la realidad y ser coherentes, proponer unos objetivos y trazar los instrumentos necesarios para alcanzarlos, esto es, en diseñar una estrategia (y aplicarla) ajena a unas expectativas y un clima general creados, a mi entender, de manera interesada.

Hoy nadie duda de lo acertado de la decisión de Pepe Griñán al separar las elecciones andaluzas de las generales. Como presidente de la Junta de Andalucía, simplemente, convocó cuando tocaba; había un programa que aplicar y tenía suficiente respaldo parlamentario para hacerlo: no tenía por qué adelantar. Y, como secretario general del PSOE-A, ha sido capaz de llevar a su partido de un posible resultado de mayoría absoluta para la derecha a un considerable batacazo del PP y una oportunidad para gobernar desde la izquierda en Andalucía.

Ello ha permitido evidenciar torpezas en campaña del líder del PP, Javier Arenas; el paulatino desarrollo del programa oculto del PP a nivel nacional; las lindezas de algunos ministros populares, tan atentos siempre a la idiosincrasia de los andaluces ....; o que el PP quemase el principal activo que se puede tener en política, que es el de la credibilidad, cuando a final de año aprobó en Consejo de Ministros lo contrario de lo que dijeron que harían hasta unos días antes.

Pero, además, había un elemento analítico que Griñán y la dirección del PSOE-A fueron capaces de atender y el PP ni quiso ni pudo interpretar. Me refiero al punto de referencia electoral. Para saber dónde queríamos llegar, era necesario saber dónde estábamos políticamente.

Es cierto que el Parlamento que se disolvió en enero tenía 56 diputados del PSOE-A, 47 del PP y 6 de IUCA. De ahí que triunfase generalizadamente el análisis simplón de que con el desgaste de la crisis y la brutal campaña de la derecha, el PSOE-A perdería a favor del PP al menos un diputado por provincia, y alguno más a favor de IUCA. Así, sin más, el PSOE-A tendría menos de 48 diputados (56 menos 8) y el PP mayoría absoluta con más de 55 (47, “que ya tenía”, más 8, uno por provincia que arrancaría al PSOE-A).

Pero el punto de referencia electoral de quienes hacían ese análisis estaba equivocado. El Parlamento de Andalucía disuelto en enero había salido de las urnas en 2008. Y desde esa fecha habían cambiado las condiciones objetivas en las que se desenvolvía el cuerpo electoral. Ya no estaba Zapatero; ni Chaves era el presidente de la Junta; la crisis económica estaba plenamente desatada en sus efectos –no aún en 2008-; y el paro había mostrado su dramatismo. Era evidente la necesidad de cambiar el punto de referencia del análisis electoral (aparte de las modificaciones demográficas, aparición de nuevos partidos con posibilidades, etc.). Y dicho punto lo teníamos: las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011.

El PP las había ganado por nueve puntos de diferencia al PSOE-A, por 400.000 votos. Si se aplicaban los resultados de dichas elecciones a las condiciones de composición del Parlamento de Andalucía, éste hubiese quedado con 44 diputados del PSOE-A, 58 del PP, 5 de IUCA y 2 de UPyD. Por tanto, había que cambiar la referencia del análisis: el PSOE-A tenía que pelear el último escaño en juego en cada provincia y hacerlo aplicando la Ley D'Hont. Podía arrebatar 8 diputados al PP y dejarlo en 50.

Para ello había que consolidar el voto del PSOE-A en las zonas con mayor simpatía, actuando en las más abstencionistas o distanciadas recientemente, pero con mayor probabilidad de voto socialista; había que recuperar voto allí donde se había perdido coyuntural o aparentemente de forma estructural; y había que segmentar mensajes en el territorio, dirigidos a colectivos y a potenciales votantes de partidos menos consolidados, pero con posibilidades.

Y así se hizo y así ha ocurrido finalmente: el PP ha perdido un diputado por provincia respecto a las generales de noviembre. El PSOE-A ha ganado globalmente tres (en Granada, Málaga y Sevilla) e IUCA los otros cinco (además de los dos que hubiese tenido UpyD). Por muy pocos votos en Almería no han sido cuatro para los socialistas y otros cuatro para IUCA.

A nivel provincial, pues, que es donde se reparten los escaños, el PSOE-A ha ganado en todas las provincias entre 2,6 y 5,5 puntos porcentuales de participación en el voto; el PP ha perdido en todas, entre 3,3 y 6,8; e IUCA ha ganado entre 1,8 y 4,0.

Los objetivos que se marcó el PSOE-A de reducción de las diferencias con el PP, cuantificados para que perdiese el último diputado que le otorgaba la réplica de los resultados de las generales, se han alcanzado en todas las provincias: en cinco por incremento exclusivo del PSOE-A y en tres por el añadido desgaste del PP. Incluso, en Málaga y Sevilla se ha alcanzado el objetivo del penúltimo diputado, perdido por UPyD.

De un cuerpo electoral de 6,2 millones de andaluces, el PP ha sacado al PSOE-A apenas siete décimas, un punto porcentual del voto emitido. Ha perdido más de 410.000 votos respecto a las generales de hace cuatro meses; y ha pasado de 47 a 50 diputados, muy alejado de los 55 que dan la mayoría absoluta en el Parlamento de Andalucía. Esa es la percepción política de la derrota del PP.

Por su parte, el PSOE-A ha ganado en 554 municipios de los 771 que tiene Andalucía; en siete de las ocho provincias, los socialistas han ganado en más de la mitad de los pueblos y ciudades. Además:

- El PSOE-A ha ganado en casi el triple de municipios que el PP y, junto con IUCA, ha ganado en municipios cuya población integra a tres de cada cinco andaluces.

- El PSOE-A ha sacado más votos que el PP en los centros rurales y las ciudades medias y, con IUCA, supera al PP en los centros regionales.

- El PSOE-A ha ganado en votos al PP en los municipios menores de 10.000 habitantes; en los del tramo de 10.000 a 20.000; y en los de 20.000 a 50.000. Y, con IUCA, iguala al PP en los de más de 50.000.

No hay, pues, discusión.

El origen de las coordenadas, saber dónde está el cero en la regla, es básico para medir. Es lo que no han hecho los analistas y dirigentes del PP: creían que ya habían llegado, cuando ni siquiera sabían de donde partían. Al final, se han creído sus propias encuestas; quizás por soñar con su propio cuento de la lechera, lo que siempre es humano; quizás, en un desaforado uso de esa arma electoral que se utiliza para desarmar y desmotivar al enemigo, a la vez que reforzar las propias posiciones, que son las encuestas y sondeos. Algunas veíamos que algo había cambiado desde el 20N: no estaba tan mal el clima político para los socialistas como en las generales, ni tan bueno para el PP y, sin embargo, ampliaban las diferencias. ¡Ah, las encuestas y sondeos.....! Esos dan para otra reflexión.

Antonio Ávila Cano es miembro de la Permanente de la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE-A; diputado socialista electo por la provincia de Jaén en el Parlamento de Andalucía; y consejero en funciones de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía.

 

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