Cuatro heridos leves en un incendio en un inmueble de viviendas en Pacífico
El fuego se ha declarado hacia las 9.00 en la confluencia de Gutenberg con Vandergoten
Cuatro personas han resultado afectadas por la inhalación de humos de gran densidad en un incendio de inusitada virulencia iniciado en torno a las 8.45 en la cuarta planta de un edificio de viviendas habitadas, donde sus moradores dormían, en la calle de Gutenberg, 7, en la esquina con las de Vandergotten y Granada del distrito de Retiro, en Madrid.
Llamaradas de grandes dimensiones y una copiosa humareda fueron denunciadas con insistentes ladridos por una perra de nombre Lola, que vive con su dueña en la tercera planta del inmueble incendiado. “Ladraba tanto que le pegué, hasta que me di cuenta de que me avisaba del fuego”, dice con arrepentidas lágrimas en los ojos su propietaria, Ana María Cabello.
Diane Deryke Hayat, de 17 años, francesa de origen marroquí, vive con su madre y un hermano en el piso cuarto donde comenzó el fuego. “Mientras dormía, escuché ruidos insistentes en el salón de mi casa y me desperté. El humo era tan denso que sólo veía borrosamente el resplandor de las llamaradas. Cerré las ventanas para evitar que el viento cebara el fuego. Avisé inmediatamente a mi madre, que dormía en una habitación contigua”, dice envuelta en una manta tras ser evacuada. “No me explico qué pudo causar el incendio: supongo que ha sido una lámpara que al caer al suelo ha desencadenado las llamas”, añade. “Los bomberos apenas han tardado dos minutos en llegar, pero han sido los dos minutos más largos de mi vida”.
A su lado, Vanessa Mendoza, de 33 años, acaba de ser descendida al suelo desde el quinto piso de su vivienda mediante la larga escala de uno de los cuatro vehículos de bomberos destacados al lugar, mientras otros vecinos, refugiados en la terraza, contemplan el descenso. “Menos mal que mi marido y mi hijo de año y medio no estaban en casa, porque yo me vine anoche a una cena”, comenta Vanessa entre sollozos, pensando en lo que les hubiera podido suceder.
José Acedo, de 45 años, padre de dos hijos, vecino de la quinta planta, recuerda lo sucedido, mientras pasa la mano por las cabecitas de sus dos hijos, Gonzalo y Javier, que dormían mientras él desayunaba y al percatarse de lo sucedido, tiró de ellos y puso a salvo a su familia.
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