Pintura vivencial

El centro de arte Tecla Sala de L’Hospitalet acoge hasta el 13 de mayo una amplia selección, casi una retrospectiva, de la obra del artista catalán Jaume Ribas (Granollers, 1944), a lo largo de las últimas dos décadas. A través de una pintura de síntesis y color, de formas elementales y grandes superficies dinamizadas por líneas, que configuran formas geométricas básicas, Ribas se propone hacer visible su paisaje interior, un conjunto de tensiones que afloran bajo una apariencia de orden y quietud. “Quiero sentir la fuerza, la armonía y el orden en su estado genuino, en una confrontación directa, sin ninguna interferencia figurativa”, afirma Ribas, que estudió filosofía y teología, antes de empezar su aprendizaje de pintor autodidacta con paisajes y naturalezas muertas, que pronto abandonó para entregarse a la abstracción.

El recorrido se estructura en tres partes, correspondientes a otros tantos periodos cronológicos a partir de 1990, momento en que el artista empieza a definir su lenguaje con la aparición de signos de identidad, como la mencionada línea, que revela una concepción dual del espacio pictórico y la convivencia de superficies casi transparentes con otras densas y opacas, que generan peculiares contrastes cromáticos. El interés por las texturas, que surgen del uso de pigmentos naturales, se pone de manifiesto en la segunda etapa, caracterizada por obras uniformes a primera vista, que revelan detalles solo al mirarlas detenidamente. Finalmente, en el último periodo, que inicia en 2009 y llega hasta la fecha, Ribas vuelve a otorgar protagonismo a las líneas que, además de crear las habituales formas geométricas, se enlazan y superponen confiriendo un nuevo dinamismo al espacio.