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Deshaciendo tópicos y armas cargadas

Arenas se queja de la mala imagen de Andalucía por el PER y los ERE

Javier Arenas se mueve ya casi como un presidente. Se advierte en muchos detalles. No solo en la sobriedad y cautela que se ha autoimpuesto (tan alejada de su carácter) en busca de una imagen de responsabilidad. También en el creciente difuminado de sus compromisos, y en que ha empezado a deshacer a toda prisa tópicos vetustos y armas electorales de destrucción masiva de última generación. No vaya a ser que se vuelvan en su contra o se les disparen en un pie si gobierna.

Como, por ejemplo, el PER, el famoso Plan de Empleo Rural andaluz, sobre el que el PP, especialmente de Despeñaperros para arriba, montó hace más de dos décadas su estrategia de ataque a los Gobiernos del PSOE con el mantra de la “Andalucía subsidiada” y el “voto cautivo”.

Ayer se fue a Écija (Sevilla) a proclamar que todavía hace falta, e incluso reivindicó para sí la idea. “El PER no es un invento del PSOE”, dijo, tras visitar una empresa de exportación de cítricos, sino de los Ejecutivos de la UCD [formación a la que él perteneció] que pusieron en marcha el empleo comunitario.

Inauguró igualmente una senda nueva en el caso de los ERE, un escándalo que su partido está exprimiendo con fruición y con el que ha dejado sin sonido el discurso del PSOE, del que apenas se escuchan algunas frases sueltas en medio del desbarajuste de “juergas y cocaína” que tanto pregonan los cuadros medios del PP andaluz y los dirigentes locales. “¡Qué daño, qué daño está haciendo este asunto a la imagen de Andalucía!”, exclamó en un mitin en Córdoba. “No hay derecho”, se lamentó, pese a que el grueso de su campaña se ha construido con el menudeo de informaciones del caso.

El otro síntoma que deja ver con claridad la confianza del candidato en el triunfo es el color desleído que están adquiriendo sus promesas electorales. Aquellos cuadros de tonos vivos que se han convertido en acuarelas. “Tengo que medir mucho mis palabras porque vienen tiempos difíciles”, dijo para explicar el mar de inconcreciones.

Arenas siempre ha sabido prometer sin comprometerse, y lograr, además, que ni siquiera se note. Únicamente repasando muy atentamente sus palabras se advierte que, en realidad, no ha dicho lo que parecía que había dicho, merced a un giro imperceptible al final de la frase. En Écija rizó el rizo. Habló de encauzar los ríos para evitar las inundaciones, del desdoble de la carretera Écija-Osuna, de la restauración del señero Palacio de Peñaflor, y aunque la sensación era que había dado su palabra, lo que dijo exactamente solo fue: “Vamos a trabajar a muerte”.

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