Feijóo: “Estamos en una mala situación pero España está peor”
El presidente ignora las peticiones de la oposición para incrementar impuestos a los bancos y a las rentas más altas
Cuando la crisis empezaba a enseñar sus zarpas, en la recta final del bipartito de socialistas y nacionalistas en la Xunta, el presidente Touriño resistía los embates de la oposición con un eslogan: Galicia mostraba un “plus de resistencia” ante la tormenta. Los argumentos de Touriño se basaban en que los malos datos económicos, si se comparaban con la media nacional, estaban más amortiguados en Galicia.
Aquella cantinela del bipartito solo movía a las chanzas de la oposición que encabezaba Alberto Núñez Feijóo, lanzado a culpar de la crisis al Gobierno autónomo. Tres años después, el mundo ha girado tanto que Feijóo recurrió ayer, en la primera jornada del debate parlamentario sobre el estado de la autonomía, a un argumento muy similar al de Touriño. Esta vez eran socialistas y nacionalistas los que blandían las cifras para señalar el imparable deterioro de la situación económica. La oposición le recordó, por ejemplo, que en 2011 el paro en Galicia aumentó en proporción el doble que la media española y la economía creció dos décimas menos. Pero Feijóo evocó el fantasma del plus de resistencia, esgrimió que, pese a todo, la tasa de paro en Galicia sigue por debajo de la media española y alegó en su defensa: “Si España tuviese la tasa de desempleo de Galicia, hoy habría un millón de personas más trabajando, entre ellos seguro que muchos gallegos”. Y de ahí, al corolario final, el consuelo que ofreció Feijóo ante la cascada de malas noticias: “Estamos en una mala situación pero España está peor”. Lo remachó incluso en su último turno de réplica a los portavoces de la oposición: “España es el país de la Unión Europea con más paro. Por tanto, si no estuviéramos en España, probablemente tendríamos menos paro”.
Como no podía ser de otra manera, el debate anual sobre política general estuvo monopolizado por las cuestiones económicas y muy especialmente por el desempleo. La oposición, en el mismo papel que Feijóo hace tres años, se afanó en culpar del deterioro de la situación económica al Gobierno autónomo y a su presidente, calificado por la nacionalista Ana Pontón como “el peor de la historia de Galicia” y a quien el líder socialista, Pachi Vázquez, reprochó: “Usted no ofrece ni una sola propuesta ni una sola esperanza”.
La oposición intentó presentar alternativas. Y los dos grupos coincidieron en proponer alzas de impuestos. Los nacionalistas plantearon rebajar hasta 300.000 euros el mínimo exento para el impuesto del patrimonio y subir el tramo autonómico del IRPF a las rentas más altas. El socialista Vázquez se sumó a esta medida, abogó también por elevar los impuestos de patrimonio y de sucesiones, y propuso nuevas figuras impositivas: a los bancos por sus depósitos, a las emisiones contaminantes a la atmósfera y a otras actividades que afectan al medio ambiente. Según el socialista, se recaudarían unos 500 millones de euros para dedicar a políticas de empleo. Feijóo lo rechazó, porque esa cantidad, dijo, equivale a tanto como recauda ahora mismo Galicia y eso “supondría duplicar la presión fiscal”. Pese a las medidas tomadas por el Gobierno de Rajoy, Feijóo sentenció que “con carácter general” no es partidario de las subidas impositivas y, más bien al contrario, propuso una serie de deducciones fiscales para favorecer nuevos negocios.
Medidas anunciadas
- Deducción de hasta 600 euros en el IRPF para los nuevos negocios. Eximir del 95% del impuesto de patrimonio a los padres que continúen el negocio de los hijos y del de actos jurídicos a los nuevos comercios.
- Fusión los municipios coruñeses de Cesuras y Oza.
- Supresión de los dos vicevaledores do Pobo, del Consello Económico e Social (a fusionar con el de Relacións Laborais) y del Servizo de Defensa da Competencia (para integrar en el Instituto de Consumo).
Como si no pasara el tiempo, tres años después de llegar al Gobierno, Feijóo volvió a hablar de los “agujeros económicos” del bipartito, de la falta de unidad entre sus miembros y de los famosos coches oficiales, “los que ustedes usaban y a los que nosotros hemos renunciado”, dijo. Por lo demás, el discurso presidencial fue un nuevo canto al ahorro y a la austeridad, que presentó como un compromiso “ético y económico”. Volvió a ufanarse de ejercer como pionero de las políticas de contención del gasto en toda España, lo que le valió para afirmar que Galicia será la comunidad menos afectada por los recortes este año. De ese modo, aseguró “rotundamente” que se mantendrán los servicios públicos “esenciales”.
Los anuncios escasearon: la fusión de dos pequeños municipios coruñeses, 150 agentes para la policía autonómica y la supresión de algunos organismos como el Consello Económico e Social. Y entre los triunfos exhibidos, uno pronunciado con especial énfasis: “Galicia ha dejado de ser una anécdota en la política nacional”.
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